El banco central suizo ha anunciado que ha comprado dólares australianos como parte de una diversificación de sus reservas de divisas. Las intervenciones que se hicieron necesarias en mayo y junio para frenar la apreciación del franco suizo frente al euro dieron lugar a compras por valor de 120 millones de euros, parte de los cuales se convirtieron en dólares australianos.
Esta operación puede haber ayudado a fortalecer el dólar australiano, pero el tipo de cambio entre este último y el franco suizo hace tiempo que adquirió su propio carácter: algunos lo consideran un cambio clave para olfatear el estado de la economía mundial. Por un lado tenemos la moneda suiza, el refugio seguro por excelencia, el puerto al que llegan los capitales cuando crujen los andamios del mundo y aumenta la ansiedad por la convulsión geopolítica. Por otro lado tenemos el dólar australiano: la moneda de un país con un déficit crónico por cuenta corriente (la deuda externa supera el 60% del PIB). Sin embargo, la moneda se defiende por la entrada de capitales hacia un país con inmensos recursos minerales, agrícolas y paisajísticos. Por lo tanto, el dólar australiano es fuerte cuando el resto de la economía mundial está boyante, mientras que el franco es fuerte cuando el resto de la economía mundial está en apuros. Recientemente, el franco se ha fortalecido significativamente frente al A$ en 2009 (Gran Recesión) y nuevamente en 2011 (fase aguda de la crisis de la deuda soberana). Ahora ha vuelto a los niveles 'normales', como los que imperaban antes de la gran crisis. ¿Un buen deseo?
