“Ahora Renzi también quiere decirnos lo que tenemos que hacer. Es hora de más hechos y menos palabras”. Es muy duro el ataque del presidente del Bundesbank Weidman al primer ministro italiano, Matteo Renzi, porque en su discurso ante el Parlamento Europeo todo jugó sobre el crecimiento y el empleo. No es la primera vez que los halcones alemanes atacan, pero tampoco es la primera vez que son derrotados. Toda la política monetaria del presidente del BCE, Mario Draghi, que ayer volvió a afirmar que la tarea del BCE de apoyar a empresas y hogares "todavía no ha terminado", está ahí para demostrarlo.
De hecho, Renzi no se molestó y recordó con razón que la línea de Merkel es diferente a la del Bundesbank que la Canciller ha desbaratado en repetidas ocasiones apoyando la política de Mario Draghi.
Por supuesto, Alemania no hará concesiones y no es casualidad que ayer el ministro de Hacienda alemán, Schoeble, dijera que no quiere oír hablar de flexibilidad porque los acuerdos y tratados solo se aplican. Pero incluso aquí Merkel dice otras cosas y una cosa es la economía y otra la política.
