“No estamos en una guerra comercial con China, esa guerra la perdieron hace muchos años las personas tontas o incompetentes que representaban a los Estados Unidos". ¿Quién dijo estas palabras? Donald Trump, horas después de imponer $50 mil millones en nuevos aranceles a China y menos de 48 horas antes de exigir $100 mil millones en nuevos aranceles.
De hecho, el presidente de los Estados Unidos ha dado un mandato a los funcionarios comerciales estadounidenses para que identifiquen nuevas categorías de bienes sobre los que imponer aranceles a las importaciones de China, elevando el listón a 100 millones de dólares. No es precisamente la forma más "adecuada" de confirmar lo dicho -de hecho tuiteado, como es tradición- hace dos días, dado que la petición podría aumentar el nivel de confrontación ya en marcha entre las dos superpotencias económicas mundiales.
Sin embargo, la de Trump sería una "reacción" a los aranceles impuestos por Pekín a productos estadounidenses como la soja, los agentes químicos y los automóviles, considerados por Trump "excesivos e injustos". Lástima que estas tarifas eran a su vez una respuesta a las establecidas unas horas antes por la administración estadounidense más de 1.300 productos de importación chinos, incluidos medicamentos, metales, productos químicos industriales, robots industriales y equipos de telecomunicaciones.
Las bolsas de valores europeas reaccionan a los anuncios e, después del paseo de ayer, hay un rojo generalizado: Milán -0,2%, Frankfurt -0,6%, París - 0,5%, Londres - 0,2%. Los futuros del S&P 500 también fueron negativos.
El choque también tiene repercusiones en el comercio internacional. Tomando como ejemplo la soja, con base en un análisis de Coldiretti, los precios de la materia prima de producción nacional se dispararon 4 euros en solo una semana, alcanzando un máximo de 381 euros la tonelada en la primera cotización tras el anuncio de aranceles chinos a las importaciones de EE.UU.
“La extensión de la guerra arancelaria entre los dos gigantes de la economía mundial a los productos agroalimentarios abre escenarios inéditos y preocupantes en el comercio mundial, incluso con el riesgo de entradas anómalas de productos en el mercado comunitario que -afirma Coldiretti- deben ser monitoreado cuidadosamente para verificar la oportunidad de activar, si es necesario, medidas extraordinarias de intervención”.
Trump también solicitó instruir a su secretario de agricultura “para implementar un plan para proteger a nuestros agricultores“, declarando, sin embargo, no cerrar la puerta a posibles negociaciones que conduzcan a “intercambios libres, justos y recíprocos”.
Sin embargo, China no pierde el ritmo: tras el anuncio de Trump, el ministro de comercio de Pekín, de hecho, afirmó que quería luchar contra el proteccionismo "a cualquier precio". Desde Asia, por lo tanto, están listos para responder golpe a golpe. No será una guerra comercial -como dice el presidente estadounidense-, pero estamos cerca.
