La Comisión Europea y su presidente, Jean Claude Juncker, están perdiendo visiblemente la paciencia con Grecia. El duro discurso del primer ministro griego Alexis Tsipras, que ayer en el Parlamento rechazó secamente las propuestas de la UE como "inadmisibles" para llegar a un acuerdo sobre nueva financiación en Atenas, no quedó sin consecuencias.
Juncker rechazó tanto los contactos telefónicos como la solicitud de una nueva reunión realizada por Tsipras, también porque Atenas aún no ha enviado sus propuestas de reforma que había prometido para el jueves y que tiene otra cara de decepción.
Juncker ha hecho saber que ha rechazado nuevos contactos "porque no hay avances en las negociaciones y por tanto no hay nada que discutir".
"Sabemos -dijo irónicamente una fuente oficial en Bruselas- que estamos actuando en el teatro, pero no queremos participar en cada escena del espectáculo".
Según el Financial Times, el gobierno griego tiene un plan para reducir la deuda por debajo del 60% del PIB para 2030.
