Sí a la nueva ayuda, pero humo gris para la reducción de la deuda. Así se desprende de la reunión del Eurogrupo sobre el futuro de Grecia: los ministros de Hacienda de los 27 países de la UE han dado el visto bueno al desembolso de un nuevo tramo de ayuda por valor de 8,5 millones, una suma superior a los 7 previstos hasta hace unos días. El cheque de Bruselas permitirá al Gobierno griego honrar los 6,5 millones de deudas (con el BCE y el Fondo Monetario) que vencen en julio, mientras que el resto de la tesorería debería destinarse a pagar parte de los atrasos del Estado con algo de liquidez privada que circula en la economía. El Eurogrupo también ha revisado -algo a la baja- el objetivo presupuestario del país: Grecia se ha comprometido a alcanzar un superávit primario equivalente al 3,5% del PIB hasta 2022 mientras que para los siguientes años hasta 2060 el listón se rebaja en torno al 2%.
La mala noticia es que la solución definitiva al alivio de la deuda del país, que alcanzó un estratosférico 179% del PIB, se ha retrasado una vez más. El primer ministro griego se mostró convencido de que tenía derecho a la bonificación tras haber obtenido a duras penas del Parlamento el visto bueno a la enésima maniobra a sangre y lágrimas solicitada por la antigua Troika, una sangría de 4 millones entre nuevos impuestos y menos pensiones. No sucedió de esa manera. La sensación es que Alemania no quiere hacerle ningún regalo a Atenas antes de las elecciones alemanas del 24 de septiembre.
