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Dragones, gran SuperMario pero sin ilusiones políticas

El artículo de Draghi en FT ha recibido gran eco pero su encargo de formar gobierno sería engañoso porque la post-emergencia impondrá decisiones mayoritariamente políticas que postulan un mandato democrático sólido y reconocido

Dragones, gran SuperMario pero sin ilusiones políticas

Artículo de Mario Draghi lanzado ayer en Financial Times ciertamente no necesita mi aprecio. Y, sin embargo, el eco correcto que ha recibido me lleva a explicar un juicio negativo sobre la invocación del nombre de Draghi, que este artículo ha reforzado, como un mesías que baja a salvar a nuestro pobre país. Y esto no es solo porque de momento la hipótesis de que Draghi podría convertirse en Presidente del consejo La considero restringida a la categoría de las fantasías, pero también porque, aunque no lo fuera del todo, no me sentiría cómodo acreditando la hipótesis como solución.

Yo argumentaría estas afirmaciones comenzando por la persona de Mario Draghi y señalando que si decidiera exteriorizar sus comentarios autorizados de las columnas del FT lo hizo para hablarle al mundo, no solo a Europa (el periódico, por cierto, de un país que Europa está abandonando con desdén), ni menos a Italia. Después de todo, su currículum, la estima que se ha ganado, el crédito por la capacidad que ha acumulado le permiten mirar al mundo más que a una posición nacional relevante. Nos inclinamos a leer su discurso en clave nacional o, a lo sumo, europea, pero si esto fuera correcto, habría optado por otros medios para expresarse: ¿qué sé yo? Una carta a los principales periódicos de los principales países de la UE, o algo por el estilo.

Vengo a Italia. Una misión para Draghi formar un gobierno sin duda contaría con la aprobación popular, pero, por muy correcto que fuera constitucionalmente, sonaría como una negación (no el primero, como saben) de los parlamentarios y, en última instancia, del Parlamento. En resumen, después de unos días, el "no elegido por nadie” sería un arma nada desdeñable disponible para la polémica política. Y la controversia, por supuesto, no se desvanecería, ¡al contrario!

Se dice que estamos como en guerra, a abordar todos juntos para ganarlo cuanto antes y dedicarnos todos juntos a la reconstrucción. La similitud, aunque admisible como recurso retórico, es mucho menos convincente a nivel sustantivo. Una guerra se pelea principalmente (aunque no solo) por un ideal y/o interés compartido por una nación (o alianza de naciones) contra el ideal y/o interés de otra nación (o alianza de naciones). La lucha contra el Covid19 no tiene nada de ideal y la lucha el mundo entero contra un enemigo que no expresa ningún ideal y no tiene ningún interés por afirmar. Una guerra destruye vidas humanas y bienes físicos. El Covid19 solo destruye vidas humanas. No destruye bienes físicos, pero a lo sumo, con medidas preventivas, determina una esterilización parcial, temporal o definitiva. Esto es para decir que el "después" implicará problemas no tanto de reconstrucción, sino de redistribución del gasto público por subsidios, compensaciones, indemnizaciones, inversiones, financiamiento; y por tanto de redistribución de la "oferta" financiera de todo el sector público. El “después”, por tanto, impondrá sobre todo opciones y decisiones políticas que postulan un mandato democrático sólido y reconocido.

Cabe recordar, de paso, que todo esto suma a la problemas previos a la pandemia como una economía estancada, puestos de trabajo destruidos por la automatización y la informatización, procesos de toma de decisiones engorrosos, etc., en los que el sistema político ciertamente no ha demostrado claridad de propósito y determinación en sus intervenciones. Gobierno y Parlamento tendrán que hacer frente a la tormenta después de haber demostrado que están luchando mucho para salir adelante con aguas ligeramente picadas.

Creo haber dado una idea de la magnitud del problema que habrá que afrontar, con el agravante de que habrá que hacerlo con un sistema político dominado por la demagogia, desprovisto de cualquier visión a medio-largo plazo y con sistemas obsoletos e ineficientes. Draghi no puede dejar de tener todo esto en mente, como no puede dejar de tener esto en mente la experiencia emblemática le sucedió al otro Mario, Monti: él también una personalidad muy destacada en Italia y en Europa, también él llamado (hay que decirlo con un toque de énfasis) para salvar a Italia, el que cumplió su tarea como los hechos y los datos lo demostraron ampliamente, sin embargo terminó en la picadora de carne de polémica política demagógica, insulsa y hasta vulgar. Por supuesto, espero que mi "optimismo informado" se demuestre equivocado en todos los ámbitos. Pero en cualquier caso, aunque le deseo a Draghi papeles dignos de su pasado, creo que es prudente. no alimentes ilusiones.

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