Vincenzo Nibali ganó su primer Giro en 2013, aquel con Bradley Wiggins como gran favorito en la víspera pero inmediatamente acabó contra las cuerdas como un boxeador loco, asustado por la lluvia que le hacía caer todos los días. El Tiburón era un gobernante absoluto. Volvió a triunfar en 2016 cuando ya nadie creía en él, enloqueciendo a aficionados y corredores de apuestas que, a tres días del final, se creyeron condenados por el holandés de turno, en ese caso fue Stevan Kruijswijk con el maillot rosa quien pareció ser el merecido maestro del Giro. Pero en la antepenúltima etapa Nibali volvió a Squalo, ganando en altura en Risoul e hipotecando el Giro para asegurarlo definitivamente en la siguiente etapa en Sant'Anna di Vinadio, la de Vars, Bonnette y Lombarda, conquistando el maillot rosa pasó a Risoul de Kruijswijk -que quedó fuera de juego tras una caída- a Esteban Chaves.
Hoy Nibali se encuentra en una situación absolutamente no peor que en 2016, incluso si al final de la etapa de ayer en Anterselva, que vio la victoria del francés Nans Peters, el Tiburón dio un paso atrás, más psicológico que en sustancia, en la carrera. por la camiseta rosa. Al día siguiente del espectáculo dado en el Mortirolo, Nibali cedió precisamente al ataque combinado de Landa y Carapaz, que en la última subida le desprendieron 19" y 7" respectivamente: una bagatela si no fuera por el final de Se acerca el Giro y solo quedan las dos etapas dolomitas de San Martino di Castrozza el viernes y Manghen el sábado antes de la contrarreloj final en Verona para revertir una situación que le sitúa segundo a 1'54” de Carapaz.
Por eso, recordar lo que hizo Nibali hace tres años sirve para alimentar la esperanza de una remontada. “No fue el mismo día pero está bien”, resumía el Squalo de su decepcionante etapa de ayer. En 2016 volcó el Giro a su favor, regresando de un retraso mucho mayor que el actual. Pero es la fortaleza de Carapaz, sobre todo cuesta arriba y sobre todo escoltado por un Landa en plena forma, lo que complica la situación del Tiburón, que en este Giro cometió el error de tratar por encima de todo a Roglic, subestimando a Carapaz.
Un error que también está pagando Roglic, que tras el bajón de Mortirolo ayer no dio muestras de buena salud, contentándose con terminar por detrás a la par de Nibali. De su lado está la contrarreloj de Verona pero recuperar 2'16” en Carapaz en apenas 17km no será tarea fácil. Como gran favorito del Giro tras el triunfo en la contrarreloj de San Marino, el esloveno corre ahora el riesgo de acabar fuera del podio amenazado por el avance de Landa.