Dado el trazado del Giro, era de esperar que los grandes nombres, tras disputarse la contrarreloj inicial en San Luca, hubieran pagado el salario mínimo, todos a la espera de la segunda contrarreloj de San Marino este domingo que actúa como divisor de aguas entre la primera parte con alguna suave ascensión apenina y las numerosas asperezas alpinas, algunas sobrecogedoras, esparcidas en la segunda mitad de la carrera rosa. Lo que perturbó más la tregua prevista que las hazañas competitivas fue la mala suerte que con este mal tiempo embravecido multiplicó las caídas, dejando fuera de juego a nombres importantes como primero Tom Dumoulin y ayer también Fernando Gaviria, que abandona el Giro tras ganar la etapa de Orbetello, el de Viviani rebajado.
Incluso ayer en la etapa que trajo el Giro a L'Aquila, el primero de Primoz Roglic sin el maillot rosa pasó a Valerio Conti, no había ganas de batalla en el grupo aunque la velocidad siempre se ha sostenido con una media final por encima. 45 km por hora, todo un recorrido teniendo en cuenta los aproximadamente 2 metros de desnivel a superar. Mérito de una fuga de doce hombres que caracterizó la jornada: entre los otros estaban José Rojas, ya en una fuga el día anterior, que había sido durante mucho tiempo el virtual líder del Giro, y Davide Formolo, hombre de clasificación de Hansgrohe, bueno encajar con la esperanza de ganar su primera etapa en el Giro y quizás superando a los grandes nombres de la clasificación que le preceden desde la contrarreloj de San Luca.
L'Aquila en la historia del Giro es un lugar que pide filtraciones como para desbaratar todos los pronósticos: la madre de todas, inolvidable, es la de una pareja de semidesconocidos: uno es el suizo, Carlo Clerici, que vino a el Giro como el seguidor de Hugo Koblet, el otro es el italiano Nino Assirelli. Era el 22 de mayo de 1954: el programa incluía la fracción que traía la caravana de Nápoles a L'Aquila. En el desinterés total del grupo, los dos prófugos acumularon una ventaja de más de media hora en la meta: Clerici ganó la etapa y lució el maillot rosa que llevó hasta Milán, bien protegido por Koblet que finalizó segundo. más de 24 minutos de retraso. Así fue el último Giro de Gino Bartali, una edición marcada también por el escándalo de la Bernina con los corredores escalando en grupos la famosa montaña que en la mente de Vincenzo Torriani, el histórico organizador del Giro, debería haber sido el escenario de otra posible hazaña de Coppi con el maillot campeón del mundo como lo había sido el Stelvio el año anterior.
Volviendo a hoy, la huida de la docena valiente pasó por a pesar de perder por el camino a más de la mitad de sus participantes: en la accidentada final quedaron cinco siendo Formolo el más tenaz en liderar a los punteros para evitar la reunificación del grupo que recuperaba. Fue Rojas quien intentó una salida que tenía todos los aires de un golpe de Estado decisivo pero el español pronto perdió fuelle, desvaneciendo así para él el sueño de arrebatarle el maillot rosa a Conti. Rojas fuera del juego, Bilbao López tomó la iniciativa y esta vez fue la acción la que dio en el blanco. Ni el ímpetu final de Tony Gallopin le quitó la alegría del primer éxito en el Giro al ciclista español de Astana. Formolo fue tercero, derrotado una vez más por la camiseta azul de la selección kazaja al igual que la reciente Lieja-Bastoña-Lieja que lo vio segundo por detrás del danés Jacob Fuglsang. Pero el joven italiano, si no consiguió ganar la etapa, logró ganar un buen minuto en una clasificación prácticamente inalterada -gracias también a la bonificación por el tercer puesto- que le sitúa a la par de Roglic, decimotercero a 5'24” por Conti en su segundo día en la plantilla.