El primer ministro Shinzo Abe ha sacudido a Japón con las dos primeras flechas -monetaria y fiscal- de su estrategia de recuperación, pero la tercera flecha -las reformas estructurales- sigue en la aljaba, y la economía no muestra signos claros de despertar. Sin embargo, hay un sector, el del whisky, donde el espíritu emprendedor está vivo y coleando. Hace unos cien años, un estudiante japonés que había aprendido el arte de la destilación en Escocia trajo este conocimiento a Japón y fundó la destilería Yamazaki cerca de Kioto.
Hoy, Yamazaki es una de las marcas del gigante Suntory y ganó el trofeo "Destilador del año" por cuarta vez en el International Spirits Challenge 2014. Una botella de Yamazaki de 50 años se vendió en una subasta en Hong Kong por 33 dólares. Pero no es solo Suntory el que está prosperando. Uno de los diez destiladores de Japón es Ichiro Akuto, y su single malt se produce a razón de 600 botellas al día (un tercio se vende en el extranjero).
¿El secreto del éxito japonés? Atención obsesiva al detalle y la calidad. La gigantesca destilería Suntory se encuentra en el distrito de Hakushu, en un bosque rodeado de montañas, donde el agua es extremadamente pura y el verdor invita a la contemplación y al trabajo paciente y minucioso.
