Se ríe mejor quien ríe último. La extrema derecha de Marine Le Pen, glorificada por los medios de comunicación por los resultados de las elecciones regionales francesas en la primera vuelta, pierde las papeletas en las seis regiones en las que lideraba tras la primera vuelta el 6 de diciembre y se lleva a casa un contundente nocaut. Con el debido respeto al líder de la Liga Norte, Matteo Salvini, que esperaba explotar la onda larga francesa y que, en cambio, ahora debe comentar con enojo: "Todo el sistema se ha unido contra Le Pen".
Por otro lado, ganaron los republicanos de Sarkozy, aunque al precio de una dura división del partido. Según los resultados finales, la derecha del expresidente ha conquistado siete regiones, incluida la de la capital, que estuvo en manos de la izquierda durante 17 años. Por su parte, los socialistas limitaron el daño, confirmándose en cinco de las 13 regiones, mientras que Córcega pasó a manos de los nacionalistas, por primera vez.
Comentando los resultados, el presidente del Gobierno socialista, Manuel Valls, subrayó sin embargo que "el peligro de la extrema derecha no se ha evitado, al contrario". A continuación, el Primer Ministro elogió la movilización de los votantes, que registraron una participación de alrededor del 58 %, frente al 50 % de la primera vuelta. También destacó la participación de Sarkozy, según quien, sin embargo, "esta movilización no debe en ningún caso hacernos olvidar las advertencias enviadas a los políticos".
Finalmente, Marine Le Pen aseguró que "nada puede detener" al Frente Nacional de cara a las elecciones presidenciales de 2017. De hecho, el Frente Nacional logró su mejor resultado nacional, igual al 28%, consolidándose como la primera fuerza de oposición.
En un editorial titulado "Esta victoria es ante todo una no derrota", Liberation destacó cómo fue el "miedo a la extrema derecha" lo que movilizó a la izquierda, no la membresía. En cambio, Le Figaro tituló "La derecha gana, la izquierda aguanta, el Fn falla".
