Contrarrestar a los franceses de Thales, accionistas de Naval Group, en la subcontratación de sistemas de defensa en el futuro hub ítalo-francés de construcción naval civil y militar que está a punto de nacer de la unión de las fuerzas de Fincantieri, Stx (la empresa del astilleros de Saint Nazaire) y Naval Group: este es el objetivo de Leonardo, el grupo aeroespacial y de defensa, que su Ad Alessandro Profumo está tratando de traer al campo.
El partido es difícil pero es estratégico en el campo de la electrónica y los misiles de defensa y, sin embargo, el tiempo apremia porque el polo naval debería despegar el 27 de septiembre con motivo de la cumbre Italia-Francia con el presidente Emmanuel Macron y el primer ministro Paolo Gentiloni.
Pero el obstáculo no lo representan solo los ajustados plazos sino la resistencia de los franceses y la dificultad de encontrar nuevos equilibrios en un polo ya de por sí muy complicado tanto para el accionariado como para la gobernanza. Por eso Profumo ya ha tratado de sensibilizar al gobierno italiano, desde Gentiloni hasta Calenda, Padoan y Pinotti. Pero mientras los franceses forman equipo, Italia aún no ha encontrado una línea común y el director general de Fincantieri, Giuseppe Bono, no parece saludar la incursión de Profumo y Leonardo.