Otro giro en la política británica: Nigel Farage, líder del UKIP, ha dimitido de la dirección del partido. Un paso atrás muy inesperado, dado que el número uno de los euroescépticos británicos fue, sin duda, el gran ganador del referéndum del Brexit.
“Seguiré apoyando los movimientos independentistas en toda Europa –dijo Farage en la rueda de prensa–, pero ya he conseguido mi objetivo. Nunca quise ser un político profesional. Ahora quiero recuperar mi vida".
Farage luego pidió que se nombrara un nuevo primer ministro de inmediato para reemplazar al saliente David Cameron, "por el bien del país".
En los últimos días, el ahora exdirigente del UKIP había sido protagonista de un encontronazo con el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, quien dijo estar sorprendido por la permanencia del euroescéptico en la asamblea de Estrasburgo. Farage luego pronunció un discurso muy polémico en el Parlamento Europeo, recibiendo oleadas de abucheos de sus compañeros eurodiputados.
Más tarde, Farage se sintió muy avergonzado durante una entrevista televisiva, presionado por las preguntas de un reportero sobre las promesas hechas durante la campaña electoral.
En el centro de la discordia sobre todo los escurridizos 350 millones de libras semanales que durante la campaña electoral los euroescépticos habían prometido desviar desde Bruselas a las arcas del sistema sanitario británico, promesa inmediatamente retractada tras la victoria en el referéndum.
La renuncia de Farage se produce después de la (esperada) renuncia del primer ministro David Cameron y el (sorpresa) paso atrás del candidato in pectore al liderazgo Boris Johnson. De momento, el líder laborista Jeremy Corbyn resiste, pese a la fronda en su contra de gran parte de los diputados por la debilidad de la campaña contra el Brexit.