Se necesitan ideas para alimentar la mente y la de bruno damini ciertamente es delicioso: son entrevistas a hombres y mujeres del espectáculo que tienen el "hambre" como tema central. Una selección de ellos se emitirá a partir de mañana, domingo 8 de julio, en Radio 3 Rai, a las 16 h. dentro de "Pantagruel", programa curado por Laura Palmieri y Daniela Sbarrini. El título del espacio de Damini es “Las mesas del escenario. Historias de un actor entre el hambre y la fama” os protagonistas de la selección propuesta (en total serán 9 episodios) son grandes showman hoy desaparecidos: de Marcello Mastroianni a Vittorio Gassman, de Nanni Loy a Carmelo Bene, de Gino Bramieri a Leo DeBeradinis, de Giorgio Gaber a Paolo Poli a Luca De Filippo.
Bruno Damini recogió estos testimonios como director de comunicación de Nuova Scena, una realidad cultural y teatral en Bolonia. Son piezas "históricas" grabadas en casete de audio y transferidas digitalmente, para ser utilizables incluso con instrumentos modernos. Tienen el mérito de hacernos reencontrar con estos grandes protagonistas de nuestra vida y de ofrecernos un fascinante y divertido tamiz para conocerlos mejor, absorbiendo la esencia y dejando fuera el salvado que muchas veces contamina las relaciones.
Hablamos del hambre que da los mordiscos en el estómago, pero también de la que nos hace correr para alcanzar una meta y quizás la gloria.
Damini empezó a tratar la comida como cultura y metáfora antes que nadie, en los años 90. “Me fascinaba el hambre atávica del actor, el teatro como un largo camino de liberación del hambre –explica– y a partir de ahí surgieron largas conversaciones libres que me permitieron conocer mejor a estos grandes personajes. Las entrevistas que he recopilado son unas setenta y 40 son de nombres importantes. Con Radio Tre hemos decidido darle espacio a los desaparecidos, porque son documentos irrepetibles. La selección también se hizo sobre la base de la sagacidad y el significado de las respuestas".
La historia más conocida es la de Mastroianni, que en la pensión donde alquilaba una habitación cerca del teatro, generalmente con un colega, por la noche preparaba un huevo frito en una sartén, regalo de su madre, cocinándolo con una estufa de "campamento" inventada dentro de una caja Brill , viejo betún para zapatos.
Memorables también los chistes de nanni loy, el que hizo la "sopa" con su croissant en el capuchino de otra persona en un bar del centro de Bolonia, filmando en secreto las reacciones de la gente. “Me dijo –recuerda Damini– que un señor educadamente le preguntó: ¿por qué lo hace? Y lo dice en serio: porque si toda la humanidad se dejara empapar libremente no habría más guerras”. En las memorias de Loy también el encuentro para una película con Totò “después de explicarle el guión, el director trató de entrar en detalles, pero Totò le preguntó: ¿mi personaje tiene hambre? Sí. ¿Y tú duermes? No, pero se puede arreglar. Entonces está bien, si tiene hambre y sueño, lo haré".
Junto al hambre está el capítulo conmovedor de los olores, de nuevo de la comida. “Gaber me dijo que durante la guerra eran tan pobres que iban a buscar una sopa gratis a un organismo público. Bueno, me dijo, en todo el camino olí su perfume… y también me gustó”.
Bramieri en cambio redescubrió el hambre en la mediana edad, cuando pesaba 133 kilos y pasaba a los 80: “después de este gran esfuerzo se dio cuenta de que esos 53 kilos perdidos eran como la desaparición de un familiar”. En definitiva, es el retrato de una época, un filtro verdaderamente ingenioso para el encuentro, el recuerdo, el regocijo y la dulce melancolía, para sentir esa languidez que a veces no sabemos qué es. Pero, ¿de qué sirve hablar del hambre en una civilización que ya no sabe lo que es? “No estoy convencido de esto – concluye Damini – basta con leer las estadísticas sobre la pobreza. Y entonces ha llegado el momento de hablar también del hambre de los demás”.