Cuanto más nos acerquemos al Consejo de Jefes de Estado Europeos en junio, más se perfilarán los contornos del borrador de reforma de la eurozona, el punto culminante de la cumbre, se vuelven borrosos. el presidente francés Emmanuel Macron, que tras la victoria triunfal en las elecciones de junio pasado hizo de la eurorreforma su punto fuerte, eleva en sus discursos el tono emotivo del discurso sobre Europa, evocando el espectro de los nuevos nacionalismos y los riesgos de estancamiento, pero no encuentra el quien debe codirigir el proceso de cambio, el canciller Angela Merkel el contrapunto del pasado. La propia Merkel admitió ayer, al final de la visita del presidente francés a Berlín, que se había calmado aunque aseguró que "volverá". Pero todo el mundo sabe que, salvo giros inesperados, lo más probable es que salga de la cumbre de junio. un puro acorde de fachada esperando tiempos mejores.
'SItalia, que brilló en esta negociación por su ausencia, se derrumbaría la perspectiva de un equilibrio más favorable entre reparto y reducción de riesgos financieros, equilibrio que le hubiera permitido un mayor margen de maniobra fiscal. En caso de una nueva crisis, por tanto, el país se encontrará frente a ella en condiciones de mayor soledad.
La resistencia de Angela Markel en esta fase parece estar dictada sobre todo por razones políticas internas. Aquí volvemos a proponer un patrón que parece prevalecer en muchos países hoy más que en el pasado, a saber, la sumisión de la política internacional a las necesidades de carácter nacional. En el caso de la reforma de la Eurozona, por ejemplo, el rigor casi ideológico de Wolfgang Schauble, ahora trasladado del Ministerio de Hacienda a la Presidencia del Bundestag, ya no influye en las negociaciones. Sin embargo, existe el partido de Piel alternativa Alemania (Afd) y el líder de los "primos" bávaros de la CSU, Horst Seehofer, dos molestas espinas clavadas en el costado derecho de la canciller y su CDU, para desaconsejar aperturas arriesgadas a Francia y los países del sur de Europa.
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El avance de la AfD en las elecciones del pasado septiembre desplazó el eje de la política alemana hacia la derecha restringió el margen de maniobra del canciller. Además, en octubre votamos en Baviera, la tierra más rica de Alemania, la segunda más poblada y sobre todo una de las pocas de Occidente en las que la Afd ha ganado apoyos en detrimento del Csu. De cara a la cita de octubre, Seehofer se desvía de la Afd hacia la derecha, tratando de adelantarse a ella en los temas que le son específicos y que conciernen principalmente a la inmigración y la cultura islámica. La primera decisión que tomó Seehofer una vez que fue nombrado Ministro del Interior en el gobierno de Gran Coalición con los socialdemócratas del SPD fue cambiar el nombre del Ministerio del Interior de Innenministerium a Ministerium fur Heimat, Ministerio para la Patria. Si las palabras tienen un significado, los ciudadanos en posesión de un pasaporte alemán, no los inmigrantes, pertenecen a la patria. En una entrevista con Bild Seehofer luego declaró que "el Islam no pertenece a Alemania".
El pesado descenso al campo de CSU en posiciones en competencia con las de la extrema derecha, no sólo ha reducido los márgenes de Angela Merkel sino que ha descubierto su tradicional táctica tendiente a neutralizar al adversario involucrándolo en el juego de gobierno. Mientras tanto, el SPD ha abandonado completamente la escena. Queda un pequeño paso de aquí para bloquear cualquier idea de reforma de la Eurozona que pudiera implicar mínimamente un coste o riesgo para el contribuyente alemán. Al menos hasta octubre, cuando terminen las elecciones bávaras, el clima podría relajarse.