¿Una bofetada a Matteo Renzi o a Italia? La decisión de Alemania, Francia y la Comisión Europea de celebrar una reunión sobre la agenda digital con la industria europea en Berlín el próximo miércoles sin invitar a Italia y a su primer ministro es claramente una respuesta provocadora a las fuertes críticas vertidas recientemente por Renzi a la política económica europea y en particular a la austeridad, impuesta por los alemanes y sufrida por los franceses, que hasta ahora ha tenido resultados de quiebra.
La irritación de Palazzo Chigi por la invitación perdida es fuerte pero Renzi no retrocede: "Seguiré sosteniendo que su estrategia económica está equivocada". Después de todo, la comparación entre el crecimiento estadounidense, que no ha conocido la austeridad, y el crecimiento europeo es clara.
La ruptura de Berlín corre el riesgo de convertirse en un gol en propia puerta porque no invitar a Italia, que representa la segunda industria manufacturera más grande de Europa, a una reunión con la industria europea tiene el sabor de una farsa. Merkel, que está perdiendo apoyo electoral en casa por su política de inmigración, sabe además que Renzi es el último baluarte contra el populismo y el euroescepticismo, y debilitarlo tras el Brexit solo sería fruto de una increíble miopía política para fines internos.
Por eso Merkel intenta apagar el fuego desclasificando la reunión del miércoles a pura rutina, pero esta vez no ha dado muestras de equilibrio y sabiduría. Sin embargo, sobre la sumisión de Hollande y Juncker, uno no debe sorprenderse sino más bien preguntarse: ¿qué idea de Europa tienen estos señores y con quién creen que la llevarán adelante?
