A principios de julio, la guerra arancelaria largamente anticipada del presidente Trump dio un paso importante, con la imposición de aranceles del 25 % sobre 818 productos importados de China por un valor de $34 mil millones. China, por su parte, reaccionó elevando en 25 puntos porcentuales los aranceles de algunos productos importados de Estados Unidos, entre ellos la soja y el algodón. La medida no es marginal, pues la soja es el principal producto agrícola estadounidense exportado al país asiático que, a su vez, es el principal importador del mundo.
La evolución del escenario aún es incierta: las cuantificaciones actuales de los potenciales efectos no incluyen, por el momento, los problemas que la guerra comercial creará para los países que forman parte de la cadena productiva que tiene a China como eje principal, sobre todo incluyendo Corea del Sur, Taiwán, Malasia, Singapur, Tailandia y Japón. Además, los aranceles introducidos por la administración Trump son solo una de las piezas de una estrategia más amplia que también debería incluir un límite a las inversiones chinas en EE. UU. (en fuerte caída, además, desde principios de año).
Los movimientos de los dos gobiernos en materia comercial son relevantes por el peso que tienen los respectivos países en la economía mundial. Estados Unidos y China aportan juntos el 39,3% del PIB mundial (en dólares corrientes), unos diez puntos porcentuales más que a principios de los 2001 y cuatro puntos más que en 4. Este crecimiento se debe exclusivamente al aumento de peso de los chinos economía, que pasó de 2001% en 15 a 2017% en XNUMX.
Las exportaciones de China a los Estados Unidos han crecido constantemente, especialmente desde la década de 30, con aumentos anuales de incluso más del 2003% entre 2005 y 2017, y en 429 ascendieron a 19 mil millones de dólares (10,6% de las exportaciones de productos chinos). China exporta productos manufacturados a Estados Unidos, especialmente equipos de telecomunicaciones (9,9%), máquinas de procesamiento de datos (4,7%) y muebles (2017%). Por otro lado, para Estados Unidos, China representa el tercer destino de las exportaciones de bienes, con una participación de mercado del 8,4% en XNUMX.
En las últimas semanas se han multiplicado los estudios estadounidenses que destacan los costos, para Estados Unidos, de una política comercial proteccionista. Uno de los temas más debatidos se refiere a la posibilidad de que las medidas en vigor sean suficientes para traer de vuelta parte de la producción a Estados Unidos y favorecer el empleo. Según la Cámara de Comercio de EE. UU., las medidas vigentes hoy no solo no generarían nuevos puestos de trabajo, sino que pondrían en riesgo a unos 45.