Otra dura derrota del presidente estadounidense Barack Obama. En las elecciones intermedias, el Partido Republicano se impuso claramente a sus rivales demócratas, obteniendo así una mayoría tanto en la Cámara como en el Senado, y socavando la coalición que había llevado a Obama a la Casa Blanca en 2008 y 2012.
Ahora comienzan dos años muy difíciles para Obama, ahora “un pato cojo”, como dicen en EE.UU., o un presidente que tendrá que manejar el poder ejecutivo desde una posición de gran debilidad.
Desde las primeras encuestas a boca de urna, el resultado fue claro: más del 50% de los votantes que acababan de salir de las urnas dijeron estar descontentos con los parlamentarios de ambos partidos, pero más aún con la administración.
La recuperación de la economía no fue suficiente para Obama, ya que el electorado estaba decepcionado con el lanzamiento vacilante de la reforma de salud, la tartamudez del empleo, la falta de renovación de las leyes de inmigración, el intento fallido de limitar la venta de armas después de la masacre de Sandy Hook, crisis internacionales como la de Isis, e incluso la gestión de la emergencia del ébola.
Las elecciones intermedias se convirtieron esencialmente en un referéndum sobre Obama. Y el número uno de la Casa Blanca fue rechazado. Los republicanos recuperaron Montana, Virginia Occidental, Dakota del Sur, Arkansas y Alaska, así como Iowa, Carolina del Norte y Colorado.
