Los contendientes se han insultado incluso convocando monstruos -en concreto, "Nosferatu" y "Frankenstein"-, pero de todos modos terminará, una cosa es cierta: la sesión electoral que se celebra el domingo 23 de julio en España no atañe solo a los españoles, sino que podría anticipar el futuro del continente europeo. Porque dentro de un año, cuando votemos para elegir el nuevo Parlamento, al menos una pregunta será la misma que se estarán haciendo los españoles: ¿debe involucrarse la extrema derecha en el poder?
Elecciones España 23 de julio: ¿acabará como en Suecia y Finlandia?
Si Hungría y Polonia nos habían acostumbrado a gobiernos de derecha, con todos los nefastos corolarios en materia de derechos civiles, la débil justificación era que esos países no estaban acostumbrados a la democracia. Pero cuando los tres partidos de centro-derecha que ganaron las elecciones en el muy democrático Suecia para gobernar han optado por el apoyo exterior de un partido nacionalista, xenófobo y de origen fascista y abiertamente opuesto a la inmigración, muchos analistas se quedaron sin aliento. Y luego sucedió de nuevo en Finlandia, donde el Gobierno conservador ha implicado incluso al Partido finlandés, también de extrema derecha y con las mismas características que el sueco, en un pacto de coalición.
Ahora miramos a España porque la situación recuerda mucho a la de Estocolmo y Helsinki y podría marcar tendencia en Europa, dado que en Grecia e Italia los derechistas en el poder, al haber obtenido la mayoría absoluta, no necesitan aliados incómodos.
¿Por qué tanta preocupación de cara a las elecciones en España?
Lo que sorprendió a analistas y comentaristas fue la rapidez con la que la derecha tradicional española, el Partido Popular, encabezada por el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijòo, despachó aduanasextrema derecha de Vox, partido fundado en 2013, y que ya apoyó al Gobierno del PP en Andalucía en 2019 y que hoy administra otras tres regiones, Valencia, Extremadura y Castilla y León, mientras que en Baleares y Aragón brinda apoyo externo.
Es probable, por tanto, que este sea el modelo que propondrá el PP a nivel nacional, convirtiéndose en una posible matriz para el Parlamento Europeo.
Elecciones España 23 de julio: quién es Vox
Para quien no lo sepa, recordemos que el partido Vox añade un poco de salsa española a los rasgos clásicos de la extrema derecha (antifeminismo, antiinmigración, antieuropa, etc.), lo que en concreto significa apoyo a la tauromaquia y la caza, ausencia de leyes sobre la crisis climática, abolición de las del aborto y derechos de las personas LGBT+, militarización de la frontera con Marruecos para defender las dos islas en disputa, Ceuta y Melilla.
Es el Gobierno "Nosferatu", definido así por un exlíder del Partido Popular, José Maria Lassalle, porque si el PP gana las elecciones llevaría a la sala de mando a los candidatos de Vox y sus valores.
La derecha respondió definiendo el gobierno que podría seguir una victoria del primer ministro saliente, el PSOE socialista Pedro Sánchez, el ejecutivo "Frankenstein", es decir, un organismo compuesto por varias piezas, muchas veces no armonizadas entre sí, y que para sobrevivir debe depender de la alianza con la plataforma radical Sumar-Podemos y por los pequeños partidos regionales vascos y catalanes.
Si estos dos monstruos han llegado a ser evocados es porque nunca antes la papeleta había aparecido tan polarizada en España.
Lo explicó bien en el diario francés Libération il politólogo Luis Miller: “En España hemos visto recientemente el fortalecimiento de dos bloques ideológicos. Una dinámica polarizadora muy preocupante a nivel concreto en un país que no tiene la cultura de las coaliciones y alianzas”.
El voto del 23 de julio: un veredicto sobre el gobierno de Pedro Sánchez
En cuanto a Sánchez, ¿cómo gobernó? ¿Con qué presupuesto se presenta a juicio de los votantes el gobierno saliente?
Si solo votaran los analistas y comentaristas, el gobierno de Pedro Sánchez sería promovido con gran éxito porque lo consiguió risultati ottimi tanto económica como socialmente. En el plano económico durante su gobierno el índice de crecimiento fue uno de los mejores de Europa (+5,5% en 2022, +2,3% este año), mientras que elinflación siempre ha sido más contenido que sus vecinos (1,9%, único país de la UE que cumple los criterios del BCE). Además, el salario mínimo se ha reevaluado y se ha reformado el mercado laboral creando muchos más puestos de trabajo permanentes, aunque el desempleo sigue siendo alto, del 13,2% en el primer trimestre de este año, ligeramente inferior al 13,6% del mismo período del año pasado. En cuanto al plan social, el Gobierno de Sánchez ha facilitado las condiciones de acceso a la vivienda a los jóvenes y los más pobres, mientras que en derechos civiles España ha dado grandes pasos: por ejemplo, se ha legalizado la eutanasia, así como se ha aprobado una ley para las personas en transición de un sexo al otro. Todas medidas que, entre otras cosas, Feijòo ya ha anunciado que quiere eliminar.
En definitiva, está claro que Sánchez fue uno de los pocos líderes de izquierda que lo consiguió al asumir el cargo un verdadero programa de izquierda. Menos mal para los que votaron por él, mal para los que no.
Y es también por eso que el país se enfrenta a una votación polarizada como nunca antes.
Y será la votación más polarizada de la historia de España
Fue la propia agenda política de Sánchez la que generó esta polarización, como si la España pragmática e ideológica hubiera empezado a tirar de la cuerda. Un claro ejemplo sobre el tema, utilizado por los Popolari como prueba de la "barbarie" de los gobernantes de izquierda, fue la ley "Sí es sí", reglas sobre el consentimiento sexual promovida por la ministra de Igualdad, Irene Montero, una de las líderes de Unidad Podemos, que tuvo como efecto colateral la liberación de 107 personas acusadas de delitos sexuales y la absolución de 978 cargos.
Por otro lado, son los aliados de Sánchez quienes lo ponen en mayor dificultad con el electorado más moderado.
por ejemplo el fiesta vasca Euskal Herria Bildu, heredera del brazo político de la organización terrorista ETA; y el de la Activistas independentistas catalanes de Esquerra. Da igual que ETA renuncie a la lucha armada desde 2011 y que Esquerra solo hable de un referéndum de autodeterminación de Cataluña pactado con Madrid. Como explica otro politólogo, Manuel Arias Maldonado: "Sánchez daba la impresión de gobernar de la mano de los que quieren dividir España en dos".
Y por eso la campaña de la derecha se centró en el lema "España o Sánchez", convirtiendo las elecciones en un plebiscito a favor o en contra del presidente del Gobierno socialista.
Elecciones España 23 de julio: los últimos sondeos
Y parece funcionar, ya que todas las encuestas están llamando el PSOE detrás del PP, con un 28% frente a un 33%. En cada reunión, mitin o entrevista, Feijòo sigue repitiendo que una vez en el poder "va a derogar el sanchismo". El ataque frontal al líder del PSOE le ha ido bien a la derecha en las elecciones municipales y por eso siguen insistiendo en la narrativa según la cual Pedro Sánchez encarna "la antiEspaña".
Por otro lado, Sánchez también evoca el espectro de una coalición PP-Vox, insistiendo en los puntos más peligrosos a su juicio del programa de la derecha: revitalización del Estado central, salida de los acuerdos internacionales sobre cambio climático, ilegalización de los partidos separatistas, apriete de las tuercas a la inmigración, anulación de los derechos de las personas LGBT+, negación de la violencia machista contra las mujeres.
¿Cómo terminará? Segundo las últimas encuestas El 30% de los votantes aún no se ha decidido, aunque el voto por correo se ha más que duplicado respecto al pasado, con más de 2,5 millones de solicitudes. Lo que podría hacernos imaginar una gran participación, al menos virtual dado el caluroso verano.
Que no es exactamente lo que esperaba Sánchez, porque los más movilizados parecen ser los votantes de la derecha, para quienes se trata precisamente de eliminar a un enemigo; mientras que los de izquierda se muestran tibios y amenazan con quedarse en casa, ya sea porque Sánchez es demasiado poco radical o porque no lo es lo suficiente: el electorado de izquierda es el mismo en todas las latitudes. La analista Yolanda Monge ha argumentado en una investigación que al menos medio millón de simpatizantes se abstendrán; mientras que el instituto 40db ha decretado que al menos el 10% de los indecisos sean de izquierda.
En definitiva, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, como dice el nombre completo del líder socialista, primero disolvió el Parlamento para encauzar la ola de la derecha que había ganado las elecciones autonómicas, jugando a tope. Pronto veremos si la suerte le vuelve a besar o le da la espalda.
El problema es que esta vez no es sólo él quien gana o pierde, sino que toda Europa gana o pierde.