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El nuevo Ice no despega: es hora de que la Confindustria de Squinzi dé un golpe

El nuevo ICE sigue en la niebla: la reforma de McKinsey no se materializa, un exgerente general reclama grandes prebendas y demasiadas oficinas inútiles (Bari, Nápoles y Palermo) permanecen abiertas: en este punto, la Confindustria de Squinzi debería abordar la cuestión fáctica.

El nuevo Ice no despega: es hora de que la Confindustria de Squinzi dé un golpe

A un año de la decisión que disolvió el Instituto de Comercio Exterior. Desde hace muchos meses, la recién creada Agencia de Exportaciones está encabezada por un Presidente y una Junta Directiva completamente nuevos, expresiones acreditadas tanto de instituciones públicas como de empresas. Sin embargo, un ex Gerente General, contratado por unanimidad pocas semanas antes de la disolución del Instituto, luchó a gritos en defensa de sus razones así como de sus legítimos intereses, exigiendo además del mantenimiento de los emolumentos y de el oficio también el de poderes anulados por decreto. A día de hoy ostenta razones jurídicas consolidadas.

El estudio (ofrecido al parecer por Confindustria) de Mckinsey (base de la reforma y relanzamiento) lucha por concretarse también porque, leyéndolo, no se va más allá de la instantánea histórica de la presencia internacional de nuestro país, desprovista de de soluciones operativas innovadoras y concretas.

Los exejecutivos del ICE andan buscando señales o indicios de una vasta y abarrotada "sala de control" de tres Ministerios, por cuatro organizaciones empresariales y por Regiones reacias a ceder competencias y prerrogativas. Incluso la legítima e imprescindible curiosidad de las Comisiones Parlamentarias sobre el futuro de la Agencia se ha materializado en audiencias sin, hasta la fecha, refracciones novedosas en el camino de la misma.La última, en el Senado, se saldó con una debacle de imagen y de proyecto bajo el fuego de parlamentarios escépticos, incrédulos y sobre todo desilusionados por los primeros pasos de un Presidente querido por el Gobierno de los profesores. El senador Casoli (propietario del Elica) habló durante unos minutos para hundir el barco de la nueva Agencia, aún en proceso. “Tres a cero”, comentó en el pasillo un desconsolado exejecutivo de ICE.

Así están las cosas ya que no quisimos elegir el camino de culminar ese proceso que quería vincular nuestra expansión productiva y comercial en los mercados a la diplomacia "política" del país.

La integración lograda con la Farnesina como último paso del proceso anhelado por Marzano y Frattini se disolvió en el vacío de las salas de control, en la niebla de los conciertos entre burocracias ministeriales para terminar en una loca mayonesa entre cámaras de comercio nacionales y extranjeras, , Embajadas y Consulados.

Hoy toda la tensión reformadora se basa en los concursos para elegir dentro de la antigua plantilla (doméstico y extranjero) del ex ICE y los 300 o 400 funcionarios de la Agencia. Eliminado el fastidioso método del mérito y las especializaciones, parece triunfar la carrera (que se hace pasar por currículum vitae), la antigüedad y toda esa coraza parasindical que emplasta los méritos y la profesionalidad.

Mientras tanto, se están haciendo planes para mantener abiertas solo las oficinas de Milán y Roma (una sabia decisión), pero no se está haciendo nada para cerrar todas las oficinas regionales restantes. A la hora de cerrar los de Nápoles, Bari o Palermo veremos algunos buenos.

En el exterior, se esperan milagros operativos de las Cámaras de Comercio del exterior; algunos profesionalmente eficientes (Londres, Frankfurt, Madrid), otros sobre todo máquinas de guerra para el consenso electoral o para la defensa económica de las élites nativas (América Latina o India).

En toda esta "confusión estática" no surge ningún proyecto claro. La Farnesina se muestra satisfecha en sus prerrogativas de ver a las Embajadas en el centro del sistema pero sin responsabilidad de iniciativa.

¿Realmente Confindustria no tiene nada que añadir? ¿No han dejado huella los años y las experiencias de Petrone en viale dell'Astronomia? Squinzi que tiene una experiencia directa y exitosa en los mercados exteriores debería "acelerar" la máquina sin molestarse en favorecer a tal o cual funcionario que ve su retiro inminente en vía Liztz o el canal low cost para traer alguna compañía amiga a la Feria o como delegación. Mejor crear un centauro (mitad público, mitad privado) que crear un ornitorrinco.

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