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Il Bancone y ese decisivo 18%: ¿cómo será elegido?

Todas las cuentas a contraluz del banco que surgirán de la fusión entre Banco Popolare y Bpm y la respuesta del mercado - Tras la boda y la transformación en Spa, los antiguos accionistas de Bpm tendrán el 46% y los del Banco Popolare el 36% pero el 18% de inversores que suscriben la ampliación de capital de Banco tutelada por Mediobanca liderarán el baile: ¿quién entrará en este círculo restringido?

El mejor resultado que el Gobierno y el BCE esperan de la reforma de los bancos cooperativos es la fusión entre Banco Popolare y Popolare di Milano. Mucho se ha hablado ya de esta reforma, que corre el riesgo de dar el golpe final a la banca local, es decir, a aquellas instituciones que constituyen el principal soporte para la financiación de las pequeñas y medianas empresas (ver Bancos populares, crédito cooperativo, economía real y Constitución, autores R.Cappellin, C.Casaletti, F.Coltorti, M.Vitale, Rubbettino 2016).

También se sabe que la solidez de un banco radica esencialmente en la confianza que recibe de sus clientes antes que en sus activos. Y la confianza viene de la competencia de la gestión y su impermeabilidad -dados los tiempos- al "mainmise" de los políticos. No hace falta decir que ningún banco es capaz de hacer frente a una corrida masiva de sus depósitos por la sencilla razón de que los ahorros que recauda están empleados y no se quedan ociosos.

En la intención de los promotores (principalmente los gerentes de los dos bancos y sus consultores), la fusión de los dos bancos será una "fusión de iguales". En realidad, si volvemos a los datos de finales de 2014 (fuente: anuario de I+D), Banco Popolare estaba valorado en Bolsa en 3.645 millones de euros y Banca Popolare di Milano en 2.384 millones para un total de 6 millones: el El banco milanés valía el 65% del Banco de Verona.

Pero este último se distingue por una situación muy problemática en el lado de los préstamos en mora; por lo que, al aprobar la propuesta de fusión, el BCE solicitó su recapitalización por mil millones de euros. ¿Para qué se utilizarán estos nuevos recursos?

Si el fundamento de la solicitud fuera la necesidad de sanear el balance, entonces se trataría de una contribución para cubrir pérdidas presuntas, a computar antes de la fusión; sin embargo, como algunos creen, podríamos estar ante un simple reforzamiento de capital por motivos prudenciales, reforzamiento que el banco milanés no necesita, habiendo realizado también una ampliación de capital en 2014.

Que, dicho sea de paso, es en este momento el más hermoso del reino porque es el único banco o casi en Italia que podría permitirse cancelar todos los préstamos morosos mientras mantiene activos positivos. En estas condiciones, un mercado "perfecto" lo vería como un depredador más que como una presa deliciosa.

Esta situación no ha escapado al “mercado”. Desde finales de 2014 hasta hoy, el valor en bolsa de Popolare di Milano ha aumentado un 7% (de 2.384 millones a 2.543 millones) mientras que Banco Veronese ha perdido un 47% (de 3.645 millones a 1.934 millones). En base a los valores actuales, el "Bancone" (el banco que surgiría de la fusión) valdría 4.477 millones de euros, a los que habrá que sumar 1.000 millones correspondientes a la recapitalización solicitada por el BCE (a ejecutar) y 2.543 millones correspondientes al valor del capital aportado por la popular milanesa.

Singular que desde que se publicó el memorando de entendimiento sobre la fusión el pasado 24 de marzo, el valor de la “contadora” ya ha perdido por el camino los mil millones de la ampliación de capital.

La Bolsa evidentemente ha dado su interpretación, devaluando el valor de ambos bancos; pero mucho más la del banco veronés. Suponiendo la fusión y transformación en sociedad anónima, el equilibrio de poder sería el siguiente: 46% del valor a los ex accionistas de BPM, 36% a los ex accionistas de Banco Popolare y 18% a quienes suscriban el aumento de capital de este último por un total de 1.000 millones.

Si la colocación gestionada por Mediobanca supone la entrada de un círculo limitado de inversores, probablemente serán estos últimos los que lideren el baile. Entra entonces un problema de transparencia en el gobierno: ¿cómo se elegirán estos futuros accionistas?

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