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Cine: James Bond regresa con Sin tiempo para morir

En los cines el nuevo capítulo de la saga, protagonizado de nuevo por Daniel Craig: la película se rodó en parte en Matera

Cine: James Bond regresa con Sin tiempo para morir

James Bond interrumpe unas felices vacaciones y se encuentra lidiando con algo y alguien más fuerte que el lejano y antiguo Espectro: un personaje diabólico que toma posesión de un arma de destrucción masiva muy peligrosa. Esta es en pocas palabras la trama del último 007, No hay tiempo para morir, en los cines durante unos días. Han pasado ya más de 50 años desde el comienzo del trienio dorado de la saga de Ian Fleming, cuando aparecieron en los cines un año tras otro antes Licencia para matar ('62), entonces Desde Rusia con amor ('63) y poco después Misión Goldfinger considerada, quizás no sin razón, la obra maestra y el hito de las películas que siguieron. Desde entonces, todo el mundo real ha cambiado, pero 007 sigue siendo el mismo.

El imperio soviético, en aquel lejano pasado matriz y origen de todos los males, hace tiempo que ha sido sustituido por otros enemigos de diversa índole geopolítica y del mismo Espectro se ha vuelto cada vez más ambiguo en su matriz de origen. Lo que permanece inalterable es el objeto del choque: originalmente eran misiles atómicos, ahora en cambio existen virus selectivos, en este caso nanoboot, capaces de exterminar a toda una etnia o a todo un continente (en este caso África) mediante la selección de los cromosomas. de las victimas

Incluso los ingredientes fundamentales pueden cambiar, como el protagonista (en este caso Daniel Craig), o sus enemigos (precisamente el Espectro de siempre) o aún alguna Bond Girl pero la sustancia siempre es la misma: la eterna lucha de los buenos contra los malos que, obviamente como debe ser, al final siempre pierden. La fórmula narrativa de 007, salvo contadas excepciones, ha tenido éxito y pocas veces en taquilla las películas que han contado la larguísima saga (más de 25) no han logrado la recaudación. En el caso de No hay tiempo para morir no solo despertó el mercado al inicio de la temporada tras la dramática pausa de la pandemia (tras unos días de programación superó los 120 millones de dólares) sino que despertó un animado tráfico en la visión en streaming de películas antiguas, posicionando la solicitud de los gloriosos 007 años que pasó en los primeros lugares de las películas más descargadas de la red. El éxito está justificado: el legendario agente secreto con licencia para matar con fines buenos al servicio de Su Majestad la Reina cumple lo que promete y algo más con más de dos horas de visionado espectacular, quizás incluso excesivo. Cabe agregar que el costo de la entrada incluye un magnífico tema de apertura que por sí solo merece atención.  

No hay tiempo para morir vuelve a proponer todos los elementos clásicos del género a partir de las primeras secuencias del formidable Aston Martin en acción en los callejones de Matera, armado con todos los artilugios más ingeniosos y capaz de sacar a 007 de cualquier acción peligrosa, preparado por el siempre presente Q, un genio de la electrónica y las armas inteligentes. También está el aspecto "sentimental" ligado a la actual Chica Bond (una anónima Léa Seydoux ya visto en el anterior Espectro) con el que, en este caso, hay algo más que un tierno cariño. Finalmente, no falta la referencia a lo contemporáneo con la actualización sobre los grandes peligros que se ciernen sobre toda la humanidad, comenzando en este caso, precisamente, por virus capaces de matar a millones de personas. Finalmente, está la acción pura, además de las trepidantes persecuciones, los infinitos e improbables tiroteos, las peleas cuerpo a cuerpo que, por supuesto, siempre gana James Bond. La película termina con un final sorpresivo y esto nos impide aportar más elementos narrativos que nos lleven a adivinar qué sucederá al final de la visión.    

"Mi nombre es Bond James Bond" es la marca registrada que marca una época del cine contemporáneo y quizás no sea casualidad que naciera casi simultáneamente con otra vena de la gran pantalla: Sergio Leone con sus primeras grandes obras maestras: Por un puñado de dólares ('64), Por unos dólares más ('65) y Lo bueno, lo malo y lo feo del '66. La diferencia es que ese tipo de cine está casi extinguido (salvo la herencia recaudada por Quentin Tarantino) mientras que el personaje creado por Ian Fleming sigue dando emoción y adrenalina. Para los amantes del género, no se lo pueden perder.

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