Para 2040, la demanda mundial de cobre e Tierras raras aumentará un 40%, mientras que la demanda de níquel e cobalto aumentará en un 60-70% y la de Litio casi se duplicará (+90%). La razón es simple: son materias primas esenciales para la transición ecológica, un esfuerzo en el que están y estarán comprometidas todas las grandes economías del planeta. Al ritmo actual, en los próximos veinte años la demanda de minerales para producir tecnologías con un impacto ambiental reducido está destinada a duplicarse. Sin embargo, si el mundo realmente intenta alcanzar los objetivos de los Acuerdos de París (limitar el aumento de las temperaturas a menos de dos grados centígrados), la necesidad se cuadruplicaría.
Las estimaciones están contenidas en un informe de la Agencia Internacional de la Energía (El papel de los minerales críticos en las transiciones de energía limpia). El estudio señala que el consumo de recursos minerales de un coche eléctrico es seis veces mayor que el de un coche tradicional, mientras que la diferencia entre un parque eólico terrestre y una central térmica de gas es incluso nueve veces mayor. El riesgo, entonces, es que la demanda de estos commodities crezca más rápido que la capacidad de suministro, comprometiendo la seguridad energética de algunos países.
“Los tipos de recursos minerales utilizados varían según la tecnología – se lee en el análisis – Litio, níquel, cobalto, manganeso e grafito son fundamentales para el rendimiento, la longevidad y la densidad de energía de las baterías. los elementos de Tierras raras se utilizan para imanes permanentes, que a su vez son vitales para turbinas eólicas y motores de vehículos eléctricos. Las redes eléctricas necesitan una gran cantidad de cobre y aluminio., siendo el cobre la piedra angular de todas las tecnologías relacionadas con la electricidad”.
El problema es que hoy los protocolos internacionales de seguridad energética están diseñados únicamente "para contrarrestar los riesgos de interrupción de suministro y los picos de precios de los hidrocarburos, especialmente del petróleo -explica la Agencia-. Los minerales presentan diferentes desafíos, pero su importancia creciente en un sistema energético tender hacia la descarbonización requiere que los responsables de la política energética amplíen sus horizontes y consideren posibles nuevas vulnerabilidades. Preocupaciones por volatilidad de precios e la seguridad del suministro no desaparecen en un sistema energético electrificado rico en energías renovables”.
Según Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE, "los datos muestran una discrepancia entre las ambiciones" de la comunidad internacional en la lucha contra el cambio climático "y la disponibilidad de materias primas críticas que son esenciales para lograr estas ambiciones". La solución existe: “Actuando ahora y actuando juntos, continúa Birol, los riesgos de volatilidad de los precios y las interrupciones del suministro pueden reducirse significativamente”. Sin embargo, "si no se abordan, estas vulnerabilidades potenciales podrían hacer que el progreso global hacia un futuro de energía limpia sea más lento y más costoso" de lo esperado.
Por lo tanto, la AIE recomienda que los gobiernos tomen medidas en seis frentes:
- Garantizar una inversión adecuada en fuentes de energía diversificadas para aumentar los canales de suministro.
- Promover la innovación tecnológica tanto del lado de la demanda como de la oferta.
- Aumentar el reciclaje.
- Mejorar la resiliencia de la cadena de suministro y la transparencia del mercado.
- Promover mayores estándares ambientales, sociales y de gobernanza.
- Fortalecer la colaboración internacional entre productores y consumidores.