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Duelo Tria-Di Maio sobre el déficit público

La pulsación de las 5 estrellas en la Def revela que el choque no está en unos pocos decimales de diferencia sino en la fijación del presupuesto y en el papel del gasto en el apoyo al crecimiento. Di Maio no cede a pesar de que Tria ya ha llegado al 1,9%: Hacienda quiere centrarse en inversiones y desendeudamiento. Él sabe que si el diferencial baja, las cuentas vuelven, de lo contrario, existe un gran riesgo.

Duelo Tria-Di Maio sobre el déficit público

Quedan unas 24 horas para la aprobación de la nota de actualización del DEF e el choque entre Luigi Di Maio y Giovanni Tria está alcanzando tonos que en otros tiempos habrían sido más que suficientes para provocar una crisis de gobierno. El líder del pentastellato presiona para acercar lo más posible el déficit del presupuesto estatal al umbral del 3% para poder poner en marcha las rentas y pensiones de los ciudadanos además de la revisión del Fornero y la rebaja de impuestos. Los grillini amenazan directamente a altos funcionarios de Hacienda que, a su juicio, echarían una llave inglesa en la obra de sus propuestas. Pero está claro que el verdadero objetivo de estas amenazas es el propio ministro Tria que, como se recordará, había sido señalado por el Quirinale precisamente con la tarea de supervisar la contabilidad.

Impertérrito en el fragor de la polémica se encontraba el jefe de Hacienda, Giovanni Tria, respondió de la misma manera afirmando que como ministro juró defender "el interés de la nación" y no el político de un solo partido. Luego trató pacientemente de explicar por enésima vez a los líderes de los dos partidos de gobierno que ampliar demasiado el déficit no conduce a un mayor crecimiento de la economía y que, por el contrario, el aumento de los intereses de las viejas y nuevas deudas corren el riesgo de quemar una parte de los recursos encontrados con el aumento del déficit con efectos depresores sobre el crecimiento. Además, agregó Tria, toda esta gritería descompuesta solo corre el riesgo de aumentar la incertidumbre y esto induce a un comportamiento más prudente tanto en los inversores como en los consumidores. En definitiva, sin mantener un sano equilibrio en las cuentas públicas y tratando de confirmar el rumbo de la lenta reducción de la deuda, se corre el riesgo de no traer beneficios a los ciudadanos, sino de bloquear por completo el crecimiento del PIB, aunque sea modesto, y por tanto reducir oportunidades de empleo.

Es bastante claro que el conflicto no es tanto sobre uno o dos decimales más en el déficit, sino precisamente sobre el enfoque que se le debe dar al presupuesto y por lo tanto sobre qué papel puede jugar el gasto público en el apoyo al crecimiento. Di Maio, escuchando a escondidas lo que dice algún autodenominado economista de su plantilla, piensa que el aumento del gasto lleva ciertamente a un aumento del PIB en una medida más que proporcional al propio gasto, para poder volver en el plazo un par de años del mayor déficit. Pero tal relación nunca ha ocurrido en el pasado y, en cualquier caso, el impulso al crecimiento depende no solo de la cantidad de gasto sino también de su calidad. Las inversiones, si son bien elegidas, ciertamente tienen un efecto mayor que el apoyo a los ingresos y las pensiones. Por eso Tria, desde su primera comparecencia en el Parlamento, ha defendido la necesidad de centrarse en las inversiones extendiendo medidas de apoyo a los ciudadanos como la renta básica o el IETU a lo largo de toda la legislatura. Y también ayer martes reiteró que en el frente fiscal se puede empezar a reducir impuestos favoreciendo a las pequeñas y medianas empresas, mientras que el apoyo a la pobreza y otras medidas sociales deben entenderse más como un amortiguador necesario para facilitar reestructuración del aparato productivo, aliviando el inevitable malestar social, que es como un subsidio otorgado a todos los italianos por tiempo indefinido.

A pesar de las resistencias, el propio Tria se da cuenta de que con el frenazo de la economía hay que ser un poco más atrevidos por el lado del presupuesto público. Y de hecho la maniobra que se está preparando para llevar el déficit al 1,9% ya supondría un claro cambio de tendencia respecto a la senda de retorno acordada con Bruselas que para 2019 preveía un déficit del 0,8%. Subiríamos por tanto más de un punto con efectos sobre el déficit estructural (parámetro difícil de calcular) y ciertamente sobre la deuda no segura. Mucho dependerá de la credibilidad del mercado en cuanto a la forma en que se construya la maniobra. Si el diferencial y las tasas bajan, las cuentas podrán recuperarse, de lo contrario, existe un gran riesgo.

Nuestros retrasos, como hemos subrayado reiteradamente, no dependen de las restricciones del gasto público, sino de la baja productividad de nuestro sistema. Y poco o nada se está haciendo al respecto. Surge la sospecha de que Di Maio y sus asociados son víctimas del pensamiento de un "economista muerto", como dijo Keynes sin pensar que ese juicio también se le podría haber aplicado a él.

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