“Las perspectivas de la economía mundial están rodeadas de incertidumbre. Nos enfrentamos a fuerzas desinflacionarias persistentes. Se plantean interrogantes sobre la dirección que tomará Europa y su resiliencia frente a nuevos shocks”. el lo apoya Mario Draghi en el prefacio del informe anual de 2015 sobre las actividades del BCE.
“Incluso frente a fuerzas desinflacionarias a escala global -añadió-, el BCE no se doblega ante un nivel de inflación excesivamente bajo. Los efectos adversos se intensificaron a principios de 2016, requiriendo una postura de política monetaria aún más expansiva de nuestra parte”.
En cuanto a 2015, según Draghi “fue un año de recuperación para la economía de la eurozona, pero la inflación siguió con una trayectoria descendente. En este contexto, un tema central en 2015 para el área fue el fortalecimiento de la confianza: entre los consumidores para promover el gasto; por parte de las empresas para reiniciar la contratación y la inversión; a nivel bancario para aumentar los préstamos”.
El presidente del BCE argumenta que “esto fue fundamental para impulsar la recuperación y ayudar a llevar la inflación hacia nuestro objetivo de tasas por debajo pero cerca del 2%. A medida que avanzaba el año, fuimos testigos de la consolidación de la confianza. La demanda interna ha reemplazado a la demanda externa como motor del crecimiento gracias a la mejora de la confianza del consumidor.
En el conjunto de la eurozona, continúa Draghi, “la dinámica del crédito se ha recuperado. El empleo ha seguido aumentando y los temores de deflación, que se habían extendido por la zona a principios de 2015, se han disipado por completo”. La flexibilización cuantitativa "conducirá a un aumento del PIB de la zona del euro de alrededor de 1,5 puntos porcentuales durante el período 2015-2018", concluyó.
