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Dieta: no a los "sin", sí a la mediterránea

En una conferencia de la asociación italiana de gastroenterólogos (AIGO) se reafirmó la importancia de una dieta correcta también con fines terapéuticos: "Las dietas 'spot' tienden a excluir alimentos que contienen sustancias importantes" - ¿Vino y aceite? Están bien, pero tenga cuidado de no excederse en las dosis.

El estilo de vida mediterráneo, cuyos efectos beneficiosos se conocen desde hace más de 30 años, sigue siendo el modelo ideal a seguir. palabra de laAIGO, la asociación italiana de gastroenterólogos, que se reunió en Bari para una discusión científica sobre el tratamiento de enfermedades del sistema digestivo. “Cuando hablamos de terapia en gastroenterología, establecemos un camino de múltiples niveles del cual el gastroenterólogo se convierte en el director: un enfoque farmacológico, pero también una intervención quirúrgica y endoscópica; por último, pero no menos importante, un enfoque nutricional y de estilo de vida“, dice Gioacchino Leandro, Director de la Unidad Operativa Compleja de Gastroenterología y Endoscopia Digestiva del Hospital “IRCCS” en Castellana Grotte (Bari), hablando ante una audiencia de más de 200 expertos de la industria.

Uno de los principales puntos clave que surgieron fue, por tanto, la confirmación de la "superioridad" de la dieta mediterránea frente a otras dietas específicas propuestas en diversas situaciones clínicas. Hoy, de hecho, dominan a menudo las llamadas dietas "spot": "Se trata -prosiguió el médico- de dietas "libres", basadas en la exclusión de una o más categorías de alimentos. Nada más malo. La dieta mediterránea es rica en alimentos con acción prebiótica y en fibras solubles como la inulina, metabolizada por la probiota con la producción de butirato, una sustancia antiinflamatoria. En los últimos años, la comunidad científica internacional ha demostrado que la adherencia a la pirámide alimentaria mediterránea se asocia con la normalización de la microbiota intestinal y con la regulación de los genes que controlan la inflamación”.

El debate se refirió en particular al estudio “PRE-DI-MED”, Prevención con la Dieta Mediterránea, de 2018, y se reiteró que muchas dietas "libres" tienden a excluir los alimentos que contienen inulina, lo que resulta en el desarrollo de un patrón inflamatorio a lo largo del tiempo y, por lo tanto, deben prohibirse contundentemente. De estas consideraciones surge el llamado de los gastroenterólogos italianos a redescubrir la La dieta mediterránea, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que somos culpables de perder, en beneficio de un estilo de vida occidental absolutamente nefasto. Los informes presentados por especialistas y docentes durante el curso nacional subrayaron algunos aspectos, que se confirman en una reseña publicada el 19 de noviembre de 2019 en la revista científica internacional "Nutrients" por un grupo de investigadores españoles.

El estudio centró su atención en la dos alimentos fluidos que forman parte de la pirámide alimenticia, el vino tinto y el aceite de oliva virgen extra. Ambos contribuyen al efecto protector antioxidante y antiinflamatorio, con mejora de la estructura lipídica, resistencia a la insulina y riesgo aterosclerótico, tanto en la población general como en sujetos con hígado graso y síndrome metabólico. El aceite de oliva virgen extra y el vino tinto son, de hecho, rico en polifenoles, que ejercen una acción antioxidante, y algunas sustancias peculiares como los ácidos grasos mono y poliinsaturados (aceite de oliva) y el resveratrol (vino tinto): esta última sustancia ha llamado mucho la atención de los investigadores ya que es capaz de promover la conversión de tejido adiposo blanco en tejido adiposo pardo (que es el metabólicamente activo) mimetizando la acción de la restricción calórica y el ejercicio físico, especialmente si se toma por la noche.

“Los polifenoles de los alimentos de la dieta mediterránea tienen una acción sinérgica entre ellos, tanto es así que cuando se usan individualmente como medicamentos no funcionan. – añadió el Dr. Leandro – Durante el curso repasamos los aspectos terapéuticos de muchas patologías, como, por ejemplo, el síndrome metabólico y el hígado graso, una auténtica epidemia en el mundo occidental: en estas situaciones, la dieta mediterránea ha demostrado ser más eficaz que una dieta baja en grasas. Además, hemos mostrado cómo a través de algunos expedientes, como el uso de un extractor de jugo, la dieta mediterránea resulta ser el mejor régimen incluso en situaciones clínicas en las que el alto aporte de fibra podría dificultar su aplicación. Es el caso de las enfermedades inflamatorias intestinales y la enfermedad diverticular en fase sintomática, ya que nos permite no carecer de proteínas y vitaminas útiles en un sujeto que muchas veces corre el riesgo de desnutrirse”.

Finalmente, una consideración adicional sobre el vino. “La dieta mediterránea recomienda la consumo diario de 1-2 copas de vino tinto con las comidas, que según algunos estudios tendría efectos positivos, incluso superiores a la abstención absoluta de alcohol. Sin embargo, la relación entre el consumo de vino y los riesgos para la salud tiene forma de "U": a dosis bajas (las recomendadas) el efecto protector es evidente, pero el riesgo aumenta drásticamente a medida que aumenta la cantidad consumida. Por lo tanto, la invitación es para un uso consciente”, concluyó Leandro.

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