El impacto del Brexit en la investigación científica europea y británica ha suscitado comentarios divergentes. Por un lado quienes, como Umberto Veronesi, creen que el resultado del Referéndum no será disruptivo. «Debe tenerse en cuenta», observa el profesor Veronesi, «que incluso desde el punto de vista científico, Inglaterra siempre ha mantenido una política aislacionista. Podría ocurrir que algunos organismos europeos que actualmente tienen su sede en Londres, como la agencia de medicamentos EMA, tengan que cambiar de sede», pero eso no dificultará las relaciones entre los científicos.
En el otro extremo está la preocupación por una drástica reducción de la financiación de la investigación. Esta preocupación la expresa la institución científica británica más antigua y prestigiosa, la Royal Society. Su presidente, el bioquímico y biofísico de origen indio Venkatraman Ramakrishnan, lanza un llamamiento para que “la investigación, que es la base de una economía sostenible, no sufra recortes”. Según las encuestas, el 83% de los científicos británicos comparte la misma opinión. De hecho, en el pasado, "la ciencia británica ha sido bien apoyada por fondos europeos, que han sido un complemento esencial para los fondos de investigación británicos". ¿Por qué? En parte porque la UE financia gran parte de la investigación científica y tecnológica de sus países miembros, con 74,8 2014 millones de euros asignados entre 2020 y hasta XNUMX.
Gran Bretaña genera el 16 por ciento de los documentos de alto impacto en todo el mundo, por lo que sus solicitudes de subsidio son bien recibidas en Bruselas. Entre 2007 y 2013 pagó 5,4 millones de euros en el presupuesto de investigación de la UE, pero obtuvo 8,8 millones de euros en nuevas subvenciones. Hoy, el sistema universitario recibe el 16 por ciento de sus fondos y el 15 por ciento de su personal de la UE. El Reino Unido también alberga a más beneficiarios de subvenciones del Consejo Europeo de Investigación que cualquier otro Estado miembro. Por lo tanto, la pérdida de estos fondos deberá ser compensada por el gobierno británico.
El segundo punto que preocupa a la Royal Society es que el carácter internacional de la investigación pueda desaparecer: «Una de las mayores fortalezas de la investigación británica», apunta Ramakrishnan, «siempre ha sido su carácter internacional, y tenemos que seguir acogiendo a investigadores y estudiantes que llegan del extranjero. Cualquier falla en mantener el libre intercambio de personas e ideas entre Gran Bretaña y la comunidad científica internacional, incluida la europea, podría dañar seriamente a la ciencia británica".
El tercer reto que plantea el Brexit es la posibilidad de mantener relaciones de colaboración con los países europeos. “Muchos desafíos globales solo pueden ser abordados por países que trabajan juntos, y es más fácil trabajar juntos cuando las políticas y las reglas son consistentes”, señala el presidente de la Royal Society. “Al negociar las futuras relaciones con Europa”, concluye, “debemos asegurarnos de no poner barreras innecesarias que inhiban la colaboración”. El hecho es que más de la mitad de la gran producción de artículos científicos de Gran Bretaña proviene de colaboraciones con científicos internacionales, la mayoría de ellos de países de la UE.
Es poco probable que esta colaboración termine, especialmente si se desarrolla en importantes instituciones internacionales, como el CERN o la ESA. Sin embargo, las restricciones a la libertad de circulación dentro de Europa pueden dificultar la contratación. Además, existe una gran preocupación de que los científicos del Reino Unido no puedan participar en la configuración de los principales programas marco, incluido Horizonte 2020. Se teme que un número significativo de jóvenes investigadores solo tengan contratos a corto plazo en un sistema inestable. El Brexit podría dejar una herida permanente.
Una primera serie de garantías proviene de partidarios del Brexit como Jamie Martin, exasesor especial Michael Gove, político partidario del Brexit: «La relevancia de la ciencia es muy clara para todos nosotros, y la necesidad de garantizar la continuidad de la financiación es una prioridad en la Economía Política". Según Martin, estar fuera de la UE no significa automáticamente la exclusión de programas como el Horizonte 2020, que ya prevé la asociación de 15 estados extracomunitarios.
Sin embargo, el problema sigue siendo la dificultad de convertirse en miembro asociado si el Reino Unido procede a implementar las medidas anunciadas sobre las restricciones a la circulación de personas.