Estamos asistiendo a la campaña mundial de vacunación anti-Covid-19 y es útil hacer una consideración de principio. El modelo de negocio utilizado está formado por varias empresas fabricantes (Pfizer, Moderna, AstraZeneca, etc.) que cuentan con el know-how y las habilidades específicas para estudiar y desarrollar la vacuna, gestionar la producción y distribución masiva; estas empresas venden su vacuna y los compradores (los Estados) que la pagan, la revenden (a precio cero) y se la administran al usuario final (el ciudadano). Este es el modelo clásico, más clásico que así es como mueres. La ventaja de este modelo es que la empresa propietaria garantiza la mejor calidad del producto controlando todo el proceso principal. La desventaja potencial radica en la concentración de la logística en muy pocos lugares de producción y distribución, de modo que todos los posibles problemas operativos aguas arriba tienen repercusiones exponenciales aguas abajo.
Como alternativa a este modelo de negocio, existen otros que se podrían haber utilizado y que, quizás, hubieran garantizado una mayor efectividad, es decir, una vacunación más oportuna para todos. En concreto me refiero a un modelo de fabricación por contrato, licencia industrial o joint venture: los dos primeros modelos son bastante similares (salvo por el sistema de remuneración) y prevén que la empresa titular de la patente conceda la producción y distribución a unas pocas empresas deslocalizadas; en el tercer caso, la empresa titular de la patente crea sociedades participadas con otras empresas locales que producen y distribuyen el producto.
En mi opinión, el modelo de contrato (o licencia) hubiera sido el más fácil de implementar partiendo del simple supuesto de tener que garantizar una producción inmensa para satisfacer la demanda. Sin duda el modelo clásico es el más sencillo, pero la diferencia fundamental con el resto de modelos es la potencial lentitud con la que llega al usuario final que, en el caso de la vacuna del Covid-19, debería haber sido un criterio súper prioritario en la toma de decisiones. Por otro lado, los otros modelos son más complicados y deben tener en cuenta que las empresas de fabricación de periféricos deben tener plantas de producción conformes, ser capaces de aplicar los estándares de calidad requeridos, contar con personal capacitado y adecuado, etc.: todas las cuestiones que se pueden resolver. si se analiza previamente en una lógica general de programación.
No niego que el modelo ideal debería haber sido completamente diferente desde el principio: las empresas farmacéuticas de todo el mundo con los conocimientos y la experiencia más avanzados deberían haber estudiado y desarrollado junto la mejor vacuna y luego encontrar el modelo de producción y distribución más innovador para vacunar lo antes posible para ganar junto la guerra contra el covid-19. ¡Demasiado idealista!
“La operación salió perfecta. El paciente murió” Anonimo
¡Mis mejores deseos!