El comunicado de prensa de esta mañana de Michel Barnier, Comisario europeo de Mercado Interior, anunciando la consecución de una revisión del "Acuerdo de Contratación Pública“, el pacto que regula las reglas que deben cumplir los gobiernos en el otorgamiento de contratos de servicios e infraestructura.
De hecho, se sabe que los poderes nacionales tienden a favorecer a las empresas dentro de sus propias fronteras. La actualización del GPA, según estimaciones de la OMC, creará 100 millones de nuevos intercambios internacionales en sectores que, especialmente en los países "virtuosos", gozan de una protección considerable. Mario Monti ha recordado más de una vez la importancia de abrir el mercado único a la competencia, a la hora de pinchar la ortodoxia franco-alemana.
El GPA renovado ahora deberá ser aprobado por al menos dos tercios de los quince miembros signatarios de la versión inicial. Las autoridades esperan que el acuerdo impulse el comercio no solo dentro de la Unión Europea, sino también con los principales socios económicos: China, Canadá, Suiza, Estados Unidos, Japón, Corea entre los más importantes.
La revisión del GPA es un paso correcto en la dirección correcta, pero ciertamente no será suficiente. Sin embargo, también tiene un significado tanto simbólico como práctico: demuestra que, más allá de los intereses políticos que hasta ahora han bloqueado las reformas europeas, existe también la fuerza y la voluntad de controlar aquellos mecanismos que frenan la crecimiento de la economiay obstaculizar la salida de la recesión.
De hecho, muchos economistas señalan que para ayudar a los países "austerizados" a reactivar el crecimiento, bastaría con que los superavitarios adoptaran políticas de estímulo de la demanda interna para absorber la capacidad productiva de las economías periféricas.
Monti ha señalado a menudo cómo el cierre de los mercados ralentiza el flujo de capital dentro de la Unión, incluso a nivel europeo. En particular, el sector de servicios, del que Barnier es responsable en Bruselas, es uno de los más sujetos a regulaciones comerciales restrictivas: de hecho, en la propia Alemania, el sector terciario es todo menos competitivo, y ha sido definido por The Economist como "protegido e ineficiente".
Una mayor apertura de los mercados, por otro lado, no se traduciría instantáneamente en mayores exportaciones por parte de los PIIGS: si estos últimos no fueran los primeros en implementar las reformas necesarias para recuperar las cuotas de competitividad perdidas, probablemente serían las economías ya mismas más competitivos para beneficiarse internamente de una mayor libertad en el comercio.
No obstante, la revisión del Gpa es un pequeño paso en la dirección correcta, a la espera de que la política europea siga por el mismo camino.
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