A primera vista, los índices comparativos existentes parecen coincidir con los que, como el M5S, representan a Italia como un país devastado por corrupción: por ejemplo, según Transparencia Internacional, Italia ocupa el puesto 167 entre 1 países y el último lugar entre los países avanzados. Sin embargo, este índice, como todos los demás disponibles, utiliza una medida de "corrupción percibida" que necesariamente refleja evaluaciones subjetivas y también puede estar muy alejada de la realidad. Es necesario recurrir a la percepción subjetiva ya que los datos reales (por ejemplo, número de condenas por corrupción) no permiten comparar entre países con regímenes políticos y legislaciones muy diferentes. La corrupción percibida se mide luego sobre la base de preguntas bastante generales, como "del 10 al XNUMX, ¿cuánta corrupción cree que hay en su país?".
Un reciente Estudio del Banco de Italia (por Lucia Rizzica y Marco Tonello, noviembre de 2015) demuestra analíticamente cómo día a día, provincia a provincia, las respuestas a preguntas de este tipo están fuertemente influenciadas por cuánto y cómo los medios reportan episodios o noticias sobre corrupción. Es posible entonces que se desencadene un círculo vicioso entre la realidad y la percepción que se retroalimente, sobre todo cuando las investigaciones del poder judicial se tornan decisivas para el equilibrio político y por ende tienen una fuerte amplificación mediática.
El problema es que el corrupción percibida es una medida similar a las de la inflación percibida o la tasa de inmigración percibida. Sin datos de inflación real y confiando en las percepciones, habríamos experimentado casi hiperinflación desde el inicio del euro. Del mismo modo, si no tuviéramos los datos reales sobre la inmigración, a juzgar por la percepción, hoy terminaríamos con una verdadera invasión. Y esto a pesar de que en estos casos los datos reales ciertamente tienen algún efecto calmante sobre los datos de percepción.
Si elIstat mide una inflación muy baja todos los meses y si los focos de los medios se encienden, incluso aquellos que percibieron una inflación del 100% (la famosa duplicación del nivel de precios que se habría producido a principios de la década de XNUMX) después de un tiempo se ve obligado a moderar sus evaluaciones. En cambio, en el caso de la corrupción percibida, no hay datos reales que puedan decirnos qué tan grave es el problema.
Si Transparencia y otras organizaciones internacionales existieran y fueran confiables, no utilizarían datos sobre corrupción percibida. Tampoco hay datos reales que nos puedan decir si la situación está mejorando o empeorando con el tiempo. De modo que se pueden decir, sin demasiado temor a ser contradichos, frases como "hoy es peor que en la época de Tangentopoli", a pesar de que, por ejemplo, hoy, a diferencia de entonces, los sobornos financian a algunos individuos y no a todo el aparato del partido. .
En este vacío de información real, sucede que las invenciones reales adquieren la dignidad de noticias, como la que según Italia, la corrupción vale 60 mil millones, la mitad que toda Europa. como explicó michele polo en Lavoce.info, es falso.
Agregamos que en economía a menudo se usan i resultados de la encuesta, pero con una diferencia clave con las encuestas de corrupción. Por ejemplo, para medir la confianza del hogar, se pide a las personas que formulen opiniones sobre la situación general, actual y prospectiva del país, pero también sobre su propia situación personal. Por lo general, las respuestas a este segundo conjunto de preguntas son más positivas.
En resumen, eleconomía nacional es malo, pero las personas son relativamente optimistas acerca de su situación económica. En el caso de los Índices de Corrupción Percibida, tendría poco sentido preguntar a las personas sobre su experiencia personal de corrupción. Si se pudieran hacer estas preguntas, o más bien, si se pudiera contar con respuestas honestas, es casi seguro que obtendríamos una imagen diferente.
Los que tienen responsabilidades políticas ciertamente no pueden subestimar el fenómeno, porque quizás es realmente grave y porque en todo caso la percepción también tiene consecuencias reales, y debe pedirle al poder judicial que haga su trabajo y que lo haga rápido. Sin embargo, tal vez podría agregar la reflexión de que la corrupción no se contrasta con nuevas reglas, nuevos controles y más. burocracia: todo lo contrario es cierto.
De hecho, es bien sabido que existe un vínculo estrecho entre la corrupción y variables como el tamaño de la AP, la ineficiencia de la burocracia o la complejidad y comprensibilidad de las reglas. Sería útil que la sensibilidad de la opinión pública sobre la corrupción fortaleciera las razones para una buena reforma de la administración pública y una simplificación de la burocracia.
También sería un acierto si se pudiera quitar credibilidad a quienes sin escrúpulos abrazan el tema de la lucha contra la corrupción y al mismo tiempo proponen ampliar el perímetro de la administración pública y hacer más jungla de reglas que son el caldo de cultivo más fértil de la corrupción.