"Necesitamos seguir avanzando hacia los objetivos que nos hemos propuesto para salir de la crisis". Así, con unas sencillas palabras que parecen revelar una invitación al sentido de la responsabilidad, abre la carta enviada por el presidente de la Unión Europea, Herman Van Rompuy, a los 27 jefes de Estado y de Gobierno (con la incorporación del primer ministro de Croacia, vigésimo octavo Estado miembro de la UE a partir del XNUMX de julio) que participará esta tarde y mañana en un Consejo Europeo dedicado casi en su totalidad a temas económicos de gran actualidad. Como, en primer lugar, la lucha contra el desempleo, especialmente entre los jóvenes, y la dificultad de acceso al crédito por parte de las empresas, principalmente pequeñas y medianas.
Los temas sobre la mesa, Van Rompuy los enumera diligentemente en la carta, en una forma clara y casi anodina que recuerda un poco a la del profesor que dicta a los alumnos la lista de deberes para las vacaciones. Cuestiones sobre las que los líderes europeos están llamados a debatir y, con suerte, a decidir en un contexto todavía caracterizado por la crisis económica (la rica Holanda y la coja Francia, por ejemplo, están en plena recesión), por la escasez de recursos financieros (el presupuesto europeo para la próximos siete años es más pobre que el anterior, y su aprobación definitiva ha sido cuestionada por un Parlamento Europeo nada satisfecho) y por la persistencia del conflicto entre los estados miembros (acentuado por un bajo nivel de confianza de los ciudadanos en sus gobernantes).
Este es el marco en el que se abre el tercer Consejo Europeo de este año. Lo cual es importante, eso sí, ya que se centra en el "problema de los problemas": el desempleo galopante, especialmente juvenil, en la mayoría de los países europeos. Pero del que pocos observadores esperan un cambio decisivo en la dirección del crecimiento en muy poco tiempo. Que, para Italia, podría volver a empezar "cuesta abajo", según la eficaz metáfora ciclista de Enrico Letta, recién el próximo año.
Un deseo cauteloso, este de nuestro primer ministro, en lugar de una perspectiva a corto plazo. De hecho, no es fácil imaginar – como subrayó el Ministro de Asuntos Europeos Enzo Moavero Milanesi en una entrevista muy reciente con el Corriere della Sera – que de este Consejo puedan surgir decisiones “revolucionarias”. Como el deseado por un número creciente de iniciados (y no solo en Italia), para aflojar las restricciones que nos hemos impuesto en Europa.
Sin embargo, como apunta Moavero Milanesi en esa entrevista, algo se puede esperar al final de esta sesión del Consejo Europeo: al menos una interpretación un poco más flexible de las reglas europeas. Que han demostrado ser eficaces, por supuesto, para restablecer -como se hizo en Italia- ese equilibrio presupuestario que ahora nos ha permitido salir del procedimiento de infracción abierto por la Comisión Europea cuando nuestro déficit había superado el 5%. Pero no –como reconoció el propio Fondo Monetario Internacional, que también había impuesto una rigurosa disciplina presupuestaria a los países a los que había concedido crédito– para evitar las consecuencias negativas de la austeridad para ciudadanos y empresas.
Y, sin embargo, el panorama general en Europa ha alcanzado niveles de gravedad tales que no se puede excluir un estallido de orgullo por parte del Consejo Europeo. Un remate en el que el propio Van Rompuy debe esperar si ha incluido en la agenda una reunión preliminar con los representantes europeos de empresarios y trabajadores que presentarán propuestas sobre el paro y la crisis crediticia. Y si al menos una parte del trabajo contará con la presencia de los presidentes del BCE Mario Draghi y del BEI Werner Hoyer.
Sea como fuere, este Consejo Europeo puede (y debe) lograr algunos resultados positivos. Tal y como espera Herman Van Rompuy, quien en su carta enumera los cuatro elementos clave de la estrategia común europea necesaria para retomar la senda del crecimiento económico. El primero es el mantenimiento de la estabilidad financiera (“Y aquí vamos por buen camino”, escribe el presidente de la Unión Europea). El segundo es el crecimiento de la flexibilidad de las economías nacionales, sustentado en unas finanzas públicas saneadas y un mayor nivel de competitividad ("En este campo se empiezan a ver los primeros resultados", observa).
El tercer elemento clave es el fortalecimiento de la Unión Económica y Monetaria, en particular mediante la culminación del proyecto de Unión Bancaria (“En este sentido, los próximos meses serán cruciales”, dice). El cuarto, y evidentemente el más importante, incluye la lucha contra el desempleo y el apoyo al crecimiento económico.
"Una lucha despiadada contra el desempleo sigue estando al tope de nuestra agenda de trabajo", escribe Van Rompuy a los líderes entrantes. “El número de jóvenes desempleados en toda la UE está en niveles récord. Este es uno de los problemas más apremiantes en muchos (si no en todos) los Estados miembros. Y es también la razón por la que todos juntos debemos llegar a un acuerdo”.
Sobre este tema, recuerda el presidente de la Unión, la Comisión Europea ha propuesto una serie de medidas en el marco del "paquete" de empleo juvenil. Entre estos, el más innovador, aunque no fácil de aplicar, es la Garantía Juvenil, un proyecto lanzado por László Andor, Comisario Europeo de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión, quien lo ilustró en una entrevista con “Firstonline” publicada el 11 de junio. “La Garantía establece plazos y obligaciones que los Estados miembros, cada uno según sus propias prácticas y normas pero en todo caso dentro del plazo de cuatro meses, que deberán respetar -dijo Andor- para asegurar a los jóvenes hasta los 24 años de edad, tanto los desempleados como los que buscan un primer empleo, una salida rápida hacia un trabajo de calidad, un curso de aprendizaje permanente, un aprendizaje o unas prácticas en una empresa”.
Además de la Garantía Juvenil, Van Rompuy también se refiere en su carta a otras iniciativas, entre las que destacan la asignación de 6 millones para la lucha contra el desempleo juvenil dentro del presupuesto para los próximos siete años, el desvío de fondos europeos para apoyar a los jóvenes en los ocho Estados miembros (incluida Italia) más afectados por el fenómeno, la Alianza Europea para el aprendizaje que se lanzará en unos días.
“Debemos comprometernos, y en este sentido estoy dispuesto a acoger sugerencias y formas de colaboración por su parte, para que el trabajo ya realizado en este campo -concluye el presidente de la Unión Europea en su carta a los participantes- sea completado a más tardar antes del Consejo de octubre europeo. De modo que, tras el examen del Parlamento y del Consejo, a los que hago un llamamiento para que se aceleren los tiempos, las medidas y los créditos estarán operativos a partir del 2014 de enero de XNUMX”.