Durante siglos, el destino estuvo en manos de las Parcas: las tres mujeres que, con las rodillas de Júpiter, marcaron la vida y la muerte de los hombres. También para Vincenzo Boccia y su futuro como presidente de Confindustria están puestos en manos de tres mujeres: Emma Marcegaglia, Antonella Mansi y Licia Mattioli. De hecho, son los verdaderos artífices de una candidatura no evidente y los protagonistas de un éxito aunque limitado a sólo nueve votos respecto a los recogidos por Alberto Vacchi.
Emma Marcegaglia, como Cloto, ha tejido el hilo de posibles alianzas con discreción y astucia como la que ilusionó al bresciano Marco Bonometti en su carrera imposible que dividió Lombardía. Una emoción que duró solo la noche del banquete de cumpleaños en el palacio de Mantuan que era el palacio de Gonzaga. El voto de Eni, Correos y Ferrocarriles (con sus fuertes contribuciones pagadas a las arcas de Confindustria) siguió el ejemplo. Antonella Mansi, como Lachesi, decidió cuánto hilo hacía falta para la carrera de Vincenzo Boccia a la que la unió una vicepresidencia que duró todo el mandato de Squinzi: la decisiva y estratégica de la organización. Desde la mesa del viale dell'Astronomia supo hacer malabarismos con las poderosas burocracias de los directores de las asociaciones y los presidentes de "carrera" amenazados por el deseo expresado por Vacchi de reducir su peso, privilegios y emolumentos.
Licia Mattioli, como Atropos, será la Parca inflexible con las tijeras siempre dispuesta a interrumpir el hilo de la presidencia de Boccia. De hecho, haber mantenido firme el pacto y el voto entre Piamonte y Liguria, le permite poder sentarse a la mesa de futuros nombramientos (Vicepresidencias, Luiss, Il Sole 24 Ore, delegación en Bruselas) sin mucho temor reverencial. Este es el marco que limita el cuadro de Boccia, que debe medirse entre un número reducido (por Estatuto) de cargos en la alta dirección de Confindustria y una plétora de candidatos y reelecciones ocultas primero en el silencio de las consultas y luego en el secreto de las urna electoral. Ya en las próximas semanas, el plazo del Consejo de Administración de Editoriale del Sole medirá la duración del ritmo de inicio de la nueva presidencia, alejándose o acercándose, según los nombramientos que se oficialicen, al obstáculo de el voto secreto de la Asamblea General en mayo con sus más de mil votantes. Mientras tanto, el periodismo de investigación de Report ha tirado la primera piedra a la piscina de las cuentas confederales: un sabor que desde luego Milena Gabanelli no puede dejar como plato aislado. Su servicio parecía tentador pero también un poco diluido, sin estocadas dolorosas ni trampas lacerantes.
Guido Barilla apareció entre los entrevistados como el más responsable y preocupado por la histórica y generosa "misión" familiar de apoyo a Confindustria hoy cuestionada por la mala calidad de los servicios ofrecidos a las empresas. Si Mauro Moretti, de Finmeccanica, ha amenazado con un recorte de varios millones de euros en las aportaciones de su Grupo y de los Ferrocarriles, Guido Barilla no ha ocultado cierto pesimismo ante un importante y real punto de inflexión en Confindustria, sin el cual el "gran pájaro" no podrá pesar absolutamente en la sociedad italiana y en el lobby europeo después de una presencia disminuida de grandes grupos industriales privados que confían solo en la "infantería de maniobra" de los pequeños empresarios.