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Coltorti (Mediobanca): la industria italiana entre la decadencia y la transformación

ANÁLISIS DE FULVIO COLTORTI – Cortesía del autor, publicamos un extracto del informe presentado por el histórico director del área de investigación de Mediobanca, Fulvio Coltorti, en la 52ª reunión científica anual de la Sociedad Italiana de Economistas, el sábado 15 de octubre en Roma.

Coltorti (Mediobanca): la industria italiana entre la decadencia y la transformación

CONCLUSIONES: ¿POR QUÉ NO CRECEMOS?

Las consideraciones desarrolladas en este trabajo asumen que laa evolución insatisfactoria en los años posteriores a 1999 no es un aspecto específico de la economía italiana, sino que parece estar en consonancia con lo ocurrido a los otros dos países principales de la unión monetaria. Sobre Alemania se expresa así uno de los economistas más escuchados: “…el país parece haber sido abandonado por la fortuna y ahora parece carecer de medios para alentar su regreso. De 1995 a 2005, Europa fue el continente de crecimiento más lento del mundo y, después de Italia, Alemania fue el país de crecimiento más lento de Europa” (Sinn 2007, p. ix).

Para Francia, el Informe Attali de hace tres años dejaba fuera la desgracia, recordando expresamente la decadencia: “Le declin relatif a begin. en total, en 40 ans, el croissance de l'economie francaise est passée de 5% a 1,7% anual colgante
que la croissance globale suivait le chemin inverse […] Notre economie a deux faiblesses majeures unanimement reconnues: une competition declining et l'insuffisance de son reseau de moyennes entreprises” (Comisión para la liberación de la croissance francaise, 2008, pp. 9 y dieciséis).

El problema del crecimiento pasa así a un nivel superior. Para Italia, el análisis desapasionado de las estadísticas pone de manifiesto una deformación de nuestro desempeño efectivo en el contexto de una transformación progresiva de la estructura que acompaña el "declive" de las grandes empresas con la aparición de empresas del cuarto capitalismo. Las verdaderas dificultades específicas del crecimiento se remontan en gran medida a la gran crisis de 2008 y la recuperación más lenta de los niveles originales de producción.

Al menos en parte, esto se debe a procesos de internacionalización. Continúan con importantes deslocalizaciones de grandes empresas y ahora también afectan a las medianas empresas, que suelen satisfacer la demanda de los países emergentes a través de la implantación en el extranjero. A finales de junio pasado, los flujos de exportación habían recuperado los niveles previos a la crisis, pero hay que considerar el aumento de las importaciones de bienes intermedios y, por tanto, el efecto de la balanza comercial desfavorable. Limita la producción nacional (reemplazada por la producción en el extranjero) lo que genera un endeudamiento creciente gravado por cargas financieras que se traducen en flujos hacia el exterior.

Es probable que aumenten aún más los flujos de materiales intermedios importados (cuya producción puede destinarse a áreas con menores costos), mientras que las exportaciones se desacelerarán debido a las políticas de protección aduanera adoptadas por los países con mayor tasa de desarrollo (América del Sur y América del Sur). Asia oriental, por ejemplo). El avance de la globalización está imponiendo una nueva selección de mercados y productos; es probable que la industria italiana y nuestros sistemas locales, aunque con dinámicas heterogéneas, tengan la capacidad de hacerles frente.

Los métodos de encuestas estadisticas, cada vez más complejas a medida que las redes empresariales se diversifican y se extienden más allá de las fronteras nacionales, agravan el panorama distorsionar nuestro desempeño relativo; no está claro en qué medida esto depende de "nuestros" métodos y en qué medida de los de otros países.

La pregunta está abierta, pero mientras tanto hay acuerdo en que los valores desinflados desfavorecen a la serie italiana (Deutsche Bundesbank 2011, p. 17). Difícil desde el exterior para evaluar la magnitud del fenómeno. Baste decir que, si el valor añadido de la manufactura italiana se deflactara con los índices alemanes, su variación anual entre 1999 y 2007 pasaría del 0,7% "oficial" al 3,3%; si los índices fueran los franceses, el crecimiento ascendería al 4,2%.

La economía sumergida también juega un papel importante (que una estimación aproximada establece en 32% del PIB italiano "emergido" lo que lleva a subestimar el flujo anual de ingresos. En todo caso, subsiste el hecho de que las variaciones anuales del producto nunca se hacen consistentes con los niveles y son éstos, en última instancia, los que determinan la competitividad. Otro ejemplo de "ilusión estadística" es la dinámica regresiva de los márgenes de beneficio de nuestra fabricación cuando se calculan sobre valores macro.

Si en cambio consideramos i datos de la empresa tratados por Mediobanca (2011), que excluyen a las pequeñas empresas como poco confiables, es posible verificar que la participación del margen bruto de explotación sobre el valor agregado en los años de 1999 a 2007 se mantuvo alta, oscilando entre 37% y 42% (este último valor relativo a 2007) : las empresas rentables no combinan bien con el temido declive. La solución de estos complejos problemas estadísticos, también con la adopción de métodos unificados y de gestión comunitaria, ofrecerá una base numérica de mayor calidad para la evaluación de nuestro crecimiento relativo y el desarrollo de políticas más adecuadas.

En mi opinión, los datos e indicadores presentados aquí demuestran que el problema italiano no está constituido por una participación insuficiente del componente de servicios en la producción del PIB (que sigue muy influido por la industria, en torno al 60 %), ni de un déficit de productividad inducida por el menor tamaño unitario de nuestras empresas, ni en consecuencia por insistir en sectores de especialización que excluyan a los de alta tecnología. Hay quienes citan, entre las posibles causas de nuestra lenta recuperación tras la gran crisis, el mayor solapamiento de nuestras especializaciones con las chinas y por tanto una mayor presión competitiva (Deutsche Bundesbank 2011, p. 29); sin embargo, la brecha en este solapamiento con Francia y Alemania (estimada en tres puntos porcentuales) no parece suficiente para una respuesta definitiva, teniendo en cuenta también las diferentes vías de globalización de nuestras empresas (más deslocalización y menos externalización).

En definitiva, La dinámica de la producción industrial italiana está sujeta a dos pares de fuerzas opuestas: el declive de las grandes empresas hace retroceder la generación de riqueza, mientras que el surgimiento de los distritos primero y, principalmente dentro de ellos, de los sistemas empresariales del cuarto capitalismo después, empujar hacia adelante.

Por otro lado, en la última década nuestro Mezzogiorno no ha sido capaz de contribuir al desarrollo nacional con un impulso proporcionalmente mayor que el de las áreas más avanzadas. El cuarto capitalismo y el Sur siguen siendo las palancas más fuertes que tenemos para combatir la tendencia recesiva inducida por la gran crisis.

Finalmente, algunas observaciones:

– En cuanto al “dilema” grandes empresas vs distritos y cuarto capitalismo, es perfectamente inútil preguntarse qué categoría preferir. El gobernador Donato Menichella resolvió una cuestión similar al expresarse en apuliano "¡Chiste so i sunaturi e cu chiste s'adda suna!" (“estos son los jugadores y con ellos hay que jugar”; Menichella 1986, p. 46). En la industria, los "sunaturi" son los que hemos analizado y no hay razones plausibles para creer que puedan ser reemplazados de alguna manera en el corto plazo. Por tanto es inútil, además de perjudicial, intentar "facilitar" el crecimiento dimensional con ayudas ad fabricam. La estructura de la empresa y su capitalización son tareas fundamentales del emprendedor y depende de él decidir lo mejor en función de sus fortalezas y debilidades. Si la expansión será una condición de mayor eficiencia (o quizás de supervivencia), las propias empresas la perseguirán de manera independiente, como ocurrió a fines del siglo pasado con el surgimiento de los distritos de empresas medianas y medianas-grandes; tienen toda la capacidad para jugar a nivel internacional gracias a los avances en el transporte y las comunicaciones, avances que, contrariamente a lo que comúnmente se afirma, favorecen a las empresas más pequeñas al facilitar una presencia global reservada a las grandes multinacionales.

La crisis y el deterioro de nuestra clase dominante ha hecho que las habilidades empresariales que tiene hoy el país no son las que conducen a grandes proyectos, sino las que hace un par de décadas Marcello De Cecco (De Cecco 2000), quizás con excesivo pesimismo, se circunscribe a la “Economía de Candlewick”; pero, en el cuento de Pinocho, Candlewick es un personaje negativo porque busca sin esfuerzo diversiones gratuitas que finalmente lo reducen a un asno esclavo de los demás. ¿Podemos decir lo mismo de los emprendedores que han reaccionado la mayor parte del tiempo con sacrificios ante el empobrecimiento de las ideas de los grandes, creando empresas que resisten la competencia de las gigantes multinacionales?

– Tocando el tema de la política económica, es necesario tomar conciencia de que el desarrollo es un asunto a largo plazo, mientras que los sobresaltos y cambios de ritmo son apropiados para acciones encaminadas a solventar fenómenos más contingentes, entre los que ahora ha entrado con fuerza la crisis de la deuda soberana; su arreglo tendrá efectos impredecibles en este momento. Desde un punto de vista estructural, que aquí interesa, las recetas más efectivas para el desarrollo parecen ser aquellas que se concentran en el capital humano y en los servicios de las instituciones en los territorios, o que producen efectos que no corren el riesgo de evaporarse en los innumerables y los complejos caminos de la globalización. Es necesario eliminar los "frenos", conduciendo a las pocas grandes empresas que quedan hacia políticas de orientación nacional con fuerte innovación tecnológica (a medir sobre los resultados realmente alcanzados y sobre los efectos locales), activar mecanismos de crecimiento autosostenido en el Sur (lo que nos hace olvidar las meras transferencias de ingresos de las que hasta ahora se ha beneficiado), para fortalecer en sus "lugares" los sistemas empresariales del cuarto capitalismo que hoy aparecen como el único y verdaderamente eficaz motor de desarrollo; finalmente, es necesario reflexionar sobre los servicios de la administración pública cuyas dinámicas hemos vislumbrado como precursoras de nuevos e importantes frenos al progreso social.

– Sigue siendo difícil pensar que las actividades exteriores de nuestros empresarios se traduzcan en gran medida en flujos que fortalezcan el PIB italiano, como sucede, por ejemplo, con Alemania. Este país hace transitar producciones extranjeras por la madre patria con el claro objetivo de maximizar el efecto de marca extendiéndolo a orígenes menos “nobles”; el efecto “bazar” de esta deslocalización (Sinn 2007, pp. 36 y ss.) se traduce en un margen que en los últimos años ha representado de hecho todo el superávit de la balanza alemana; una gran disponibilidad financiera también se deriva del correspondiente (fuerte) superávit de la balanza de pagos. En el caso italiano, los activos exteriores provienen de numerosos operadores que gestionan mayoritariamente los flujos internacionales a través de sociedades holding y sucursales en el extranjero donde se suele acumular una parte importante de los márgenes. Aquí vuelve el problema no resuelto de la gobernabilidad. En 1990, Indro Montanelli escribió un artículo subrayando que la "cultura" japonesa (que nuestra mayor empresa privada se propuso imitar en ese momento) necesitaba algunas condiciones previas que faltaban en Italia. Según el periodista, todo japonés ha firmado compromisos precisos ("pagarés" en su léxico) desde su nacimiento hacia la Patria, el Emperador, la Familia, la Escuela, la Empresa. Así “el término trabajadores incluye, animados por el mismo patriotismo y espíritu de sacrificio, también la nomenclatura de grandes patrones, grandes accionistas, grandes gerentes. Cuando nacen, también ellos firman esos billetes y se pasan la vida pagándolos al servicio de la empresa como todos los demás empleados y sin participación personal en los beneficios, que van íntegramente a la empresa, entidad abstracta y suprema sobre todo y sobre todos”. (El Diario, 29 de abril de 1990). La degeneración inducida en los operadores financieros por la interpretación anglosajona del "mercado" introducida por los acuerdos de Maastricht hace temer que esa "cultura" esté por llegar. Pero debemos esperar que de las dificultades actuales surjan nuevas fuerzas de progreso que nos devuelvan, con la frase que escribió Vincenzo Cuoco en un periódico hace un par de siglos, “la confianza en ser buenos y el deseo de llegar a ser excelentes”. .

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