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Coche eléctrico, el puzzle de la recarga

Para una verdadera red de columnas, muchas promesas pero demasiadas incertidumbres. Los operadores presionan. Enel X es el motor. Pero las administraciones públicas proceden sin ningún orden particular. Y está la incógnita del precio del “depósito lleno”, en muchos casos demasiado elevado para garantizar comodidad frente a un coche tradicional.

Coche eléctrico, el puzzle de la recarga

El coche eléctrico nos da una emoción de dos maneras. No está mal cuando subimos a bordo y una poderosa aceleración nos arrulla con solo el leve susurro de los neumáticos al rodar. Será así para viajes largos, silenciosos y limpios, promete un futuro por venir. Hoy la factura de tanto deleite llega bastante rápido: 400 kilómetros más o menos, si nuestro coche de electrones es de los más caros y refinados, 150 kilómetros o incluso menos si nos conformamos con un modelo "básico", quizás un delicioso Smart de última generación que tiene la ventaja de confesar su única vocación de ciudad desde su nacimiento.

Lo que promete el depósito de nuestro viejo coche de gasolina es todavía hoy un sueño. Allá recarga forzada nos llama a apelar mucho, mucho antes. No sería gran cosa si solo usáramos nuestro carro de electrones en la ciudad. Si tuviéramos la toma de carga en el garaje o en el patio. Si nunca necesitáramos el coche para viajar. Si para viajar tuviéramos una columna ultrarrápida por todas partes cada 10 o 20 kilómetros. Y sobre todo si la tecnología nos permitiera repostar electrones en tiempos que no son equiparables al de un repostaje tradicional pero al menos coincidente con un café y un bocadillo. Mañana, digamos en al menos una década según las indicaciones de los expertos, todo esto podría no ser un problema. Hoy sí.

Los valientes del coche eléctrico tienen todas sus buenas razones para seguir adelante: las llamativas incentivos públicos, la vocación medioambiental que muchos de nosotros albergamos admirablemente tal vez, aceitada por actuaciones ciertamente cautivadoras y por las más prosaicas ventajas sobre la libre circulación en muchos de los grandes núcleos urbanos que obstaculizan cada vez más el paso a los coches de gasolina. ¿Los muchos problemas? Corremos para resolverlos, en medio de promesas de velocidad, en tecnología e infraestructura, en un escenario que legitima esperanzas pero también algunas dudas debidas, que se enfoca en el primer y más visible lado crítico: el de infraestructura cargando

El mercado presiona

Que el coche eléctrico está empezando a gozar de un favor cada vez mayor es indiscutible. El mercado mundial de automóviles, gracias a la pandemia, continúa desacelerándose en comparación con los volúmenes de años anteriores. Pero frente a las 110.000 matriculaciones totales de julio pasado (un 20% menos que en julio de 2020, que ya había registrado un fuerte descenso respecto al mercado prepandemia) hubo 11.500 nuevos coches eléctricos, superando la 10,3% de cuota de las ventas, con un ligero predominio de los híbridos enchufables frente a los totalmente eléctricos. Y así, hoy en Italia tenemos más de 170.000 XNUMX autos ecológicos, de los cuales poco más de la mitad son totalmente eléctricos. No está mal y, en cualquier caso, lo suficiente como para socavar o al menos resaltar el enigma de una infraestructura de recarga que no solo lucha por cumplir sus promesas, sino que corre el riesgo de no satisfacer las necesidades de la flota eléctrica actual.

Los problemas están a la vista de todos: el número y la distribución de las columnas, socavado sobre todo por la pésima costumbre de los italianos de ocupar los espacios reservados con coches "normales". A finales de junio teníamos en nuestro país alrededor de 23.300 puntos de recarga en menos de 9.500 localidades, con solo un 1% de estructuras ultrarrápidas, aquellas que garantizan al menos el 80% del aforo "pleno" en media hora. Cierto no parece imposible lograr el objetivo dotar al país de al menos 100.000 columnas para 2030, elaboradas varias veces por nuestros gobernantes con importantes recursos (750 millones de euros los dedica directamente solo el Pnrr). Pero incluso aquí algunos cálculos pueden no cuadrar si es cierto lo que predicen con seguridad sobre el modo eléctrico: ya en 2027 los coches eléctricos costarán menos que los de gasolina (cabe recordar que en cuanto a material y contenido de fabricación, el motor eléctrico es más simple y teóricamente más barato que un motor de combustión comparable y que su precio es principalmente una cuestión de economías de escala). Podría hacer falta más, mucho más, si se cumplieran las previsiones de un parque de coches eléctricos que a final de década podría superar con creces los 5 millones de unidades.

Modelo por definir

Además, hay que tener en cuenta que hoy el número de columnas italianas está repartido de forma errática, con concentración en algunos grandes núcleos urbanos (Roma, Milán) pero con escasez absoluta en las vías extraurbanas de alta velocidad e incluso en las autopistas, donde sólo en las últimas semanas se están construyendo las primeras columnas tras un largo regate entre la burocracia y las concesionarias. ¿Según qué modelo de funcionamiento? Mucho, de hecho casi todo, está aún por definir. Estamos, es cierto, en uno etapa pionera que ya ha dado unos resultados esperanzadores gracias al entramado de convenios entre la práctica totalidad de las empresas eléctricas, todas las antiguas empresas municipales junto a las grandes comercializadoras de energía y que ha producido una proliferación inicial de columnas instaladas también por las administraciones locales.

Como es natural, pero no obvio, la parte del león y la promoción de todo esto está en la acción voluntaria de nuestro ex monopolista Enel a través de Enel X. A través de la aplicación Enel garantiza el acceso a casi 200.000 puntos de recarga en todo el mundo (90.000 en Europa) dedicando un capítulo del plan estratégico 2021-2023 a Italia, que prevé alcanzar hasta 780.000 puntos de recarga entre públicos y privados en todo el mundo con 21.000 puntos de recarga públicos para 2023 solo en nuestro país, privilegiando estructuras ultrarrápidas, tratando así de maximizar las ventajas de las innumerables aplicaciones que ofrecen las principales marcas que comercializan coches eléctricos pero también los administradores de infraestructuras para guiar con electrones al automovilista en la tarea de recarga.

Una ayuda indispensable es la de la ayuda telemática para recargas. Pero gestionado de manera todavía desigual no sólo en términos de distribución en el territorio sino también en la connotación y en las grandes elecciones estratégicas que necesitan ser pilotadas por las instituciones de alguna manera. Dos ejemplos: se aconseja privilegiar el modelo de sustitución de los sistemas de recarga eléctrica por los antiguos sistemas de distribución de combustibles que quizás se están cerrando para racionalizar la red, o el de recargas más parceladas, fomentando instalaciones en condominios, en centros comerciales, en los aparcamientos de las oficinas, en las zonas de reunión? Probablemente será conveniente dibujar un mezcla entre los dos modelos que sin embargo garantiza el correcto equilibrio en el territorio mediante el seguimiento de la evolución de las necesidades.

El nodo de costo

Un gran problema a resolver es el de los costes reales de recarga de nuestro coche eléctrico. Como han puesto de manifiesto muchos análisis detallados, la única forma realmente cómoda (o al menos la más cómoda) de recargar nuestro vehículo eléctrico es conectarlo directamente a nuestra red eléctrica habitual doméstica o en su defecto a una columna privada que hubiéramos hecho instalar. Sin embargo, recargar el coche en el punto de recarga público cuesta más, incluso mucho más. Demasiado, en algunos casos, demasiado anular cualquier conveniencia.

¿Alinear las columnas públicas, incluso las rápidas, sin que el coste doméstico supere los 20 ó 25 céntimos de euro el kilovatio hora, como preveía el "Decreto de Refresco" aprobado por el anterior gobierno Conte? ¿O tomar como referencia los 40 céntimos por kWh como precio equilibrado para remunerar las grandes inversiones necesarias para el desarrollo de la red? El caso es que hoy por una columna fuera de nuestro condominio se paga desde 37 centavos por recargas facilitadas en la red Tesla hasta 50 centavos y más por carga rápida hasta casi 80 centavos por kWh para ciertas columnas ultrarrápidas, este caso la ventaja de muchos coches eléctricos en comparación con modelos de combustible similares. Quizá podríamos empezar aquí mismo a resolver el acertijo de las columnas.

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