Alfred Dreyfus fue un general alsaciano de origen judío. Uno de tantos, pero que hizo historia porque se convirtió en protagonista de una de las mayores injusticias del siglo XIX. Su vida y sus vicisitudes están en el centro de uno de los conflictos políticos y sociales más conocidos de la Tercera República francesa.
El Capitán Dreyfus fue acusado de traición y espionaje para Alemania. Era inocente, pero no importaba. Dreyfus era rico y era judío. Eso fue suficiente en una Francia que acababa de salir de la derrota de la guerra franco-prusiana, a merced de fuertes contrastes entre republicanos y realistas, y en vísperas de la Primera Guerra Mundial.
El caso, que se hizo famoso por el famoso "J'accuse" del escritor Émile Zola, está en el centro de la última película de Roman Polański "El oficial y el espía", ganadora de este año del Gran Premio del Jurado en la 76ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia. Festival de arte cinematográfico de Venecia. Una película que cuenta la historia desde el punto de vista del héroe. ¿Dreyfus? No. El teniente Georges Picquart, que decidió luchar contra un sistema corrupto, tratando de arrojar luz sobre todo el asunto.
Esta es la película que el crítico de cine Patrizio Rossano reseña esta semana en su columna sobre PRIMER arte, PRIMERA revista de arte y cultura en línea. ¿Vale la pena ir al cine a ver el último trabajo del director polaco, a pesar de las vicisitudes y polémicas legales de las que ha sido protagonista en los últimos años? Averigüémoslo leyendo la reseña de "El oficial y el espía".
