Siempre es una cuestión de dinero. Los que habían traído a Fabio Capello para sentarse en el banquillo de la selección rusa hace dos años, y los que ahora podrían llevarse de Moscú al exentrenador y jugador de Juventus, Milan y Roma.
Sí, porque el dinero prometido, mucho (8 millones de euros al año, más que cualquier otro entrenador del mundo y casi el doble de lo que recibe misteriosamente según Roy Hogdson), se ha ido y hace cinco meses que Don Fabio no recibe los generosos emolumentos pactados con la Federación Rusa para calentar su corazón friulano en los fríos inviernos moscovitas.
El verdadero caos, sin embargo, se desató recién ayer, cuando Christian Panucci y Massimi Neri, los dos más estrechos colaboradores de Capello, no se presentaron en el retiro de Austria, donde Rusia prepara el partido contra los anfitriones por las eliminatorias para la próxima Eurocopa. , el último verdadero test para la formación de Capello de cara al Mundial de 2016, que jugará Rusia como anfitriona.
La aclaración de la Federación no se hizo esperar, pero parece incapaz de desenredar mucho la complicada madeja, porque, más que nada, Sergei Stepashin, miembro del comité ejecutivo de la federación rusa de fútbol, se limita a admitir un problema: “No hay plata para el sueldo del entrenador Fabio Capello”.
Stepashin agrega que "el tema salarial se resolverá el 15 de noviembre", sin explicar cómo, y luego señala con el dedo a "los que fueron los responsables de firmar el contrato con Capello: que yo sepa, el documento lleva la firma de Nikolai". Tolstykh (ex presidente de la Federación) y el ministro de deportes Vitaly Mutko”.
Aunque admitió que la situación es desagradable, Stepashin no se ahorró una indirecta bañada en curare a Don Fabio: "La remuneración debe depender de los resultados: eso es lo que se llama un uso eficiente del dinero". Resultados que, en el caso de la Rusia dirigida por Capello, no justifican un salario unas tres veces superior, por ejemplo, al que percibe el técnico campeón del mundo Joachin Low. En el fútbol, ya sabes, siempre es una cuestión de dinero. O victorias.
