La reforma de la contratación, que hace dos días recibió el visto bueno de la Cámara en segunda lectura tras un proceso de 100 votos, da un paso decisivo en el camino hacia la aprobación definitiva en el Parlamento: con 343 a favor, 78 en contra y 25 abstenciones, Montecitorio ha aprobado así el texto que encomienda al Gobierno la tarea de reformar la contratación, sobre la base de hasta 75 criterios de directivas. Los ajustados plazos para la implementación de las nuevas directivas europeas (que se importarán a nuestro ordenamiento jurídico el 18 de abril de 2016), no dejan margen para más cambios en la tercera lectura en el Senado.
“Esta es una muy buena noticia para el sistema de obras públicas italiano – comentó el Ministro de Infraestructura Graziano Delrio – es una reforma que significa transparencia, eficacia, buen uso del dinero público y no más zonas opacas”. Según el ministro Delrio, el nuevo código estará operativo a partir de junio. “Hemos introducido varias mejoras con respecto al texto del Senado – informó el presidente de la comisión de obras públicas Ermete Realacci -. Entre ellos también se encuentra el fortalecimiento del papel del Parlamento en el proceso de ejercicio de la delegación. Es un papel que nos importa y que jugaremos”.
El corazón de la reforma es la ampliación y fortalecimiento de las atribuciones encomendadas a la Anac encabezada por Raffaele Cantone. Un pasaje en el que no es difícil vislumbrar el reflejo de las numerosas investigaciones de corrupción que han atravesado el mundo de la contratación en los últimos meses: desde el sistema Incalza-Perotti destapado por la fiscalía de Florencia al escándalo Mafia Capitale hasta las últimas investigaciones sobre Adquisición de Anas.
Con la reforma, el Cantón quedará dotado de facultades de intervención cautelar (posibilidad de bloquear licitaciones irregulares en curso), mientras que el cumplimiento de las directrices del mercado (licitaciones tipo, directrices, dictámenes) pasará a ser vinculante para las administraciones y empresas. Además, las obras importantes deben ser capaces de ganar consenso en el campo ("débate público"). Mientras que las empresas también serán evaluadas en función de la reputación ganada en la tramitación (respeto a los plazos y baja vocación por la litigación) ligada a la calificación de legalidad.
Entre las correcciones votadas el otro día en la Cámara, destaca en particular la opción de dejar el gobierno dos formas de lanzar la reforma. El primero es poner en marcha dos decretos. Uno antes del 18 de abril de 2016 para transponer las nuevas directivas comunitarias sobre contratos, concesiones y sectores excluidos, sin sufrir los embates de Bruselas por cualquier rebasamiento de los plazos. Otro antes del 31 de julio de 2016 para reformar todo el sistema.
La otra forma, quizás la más lógica, es lanzar un solo decreto que sostiene la implementación y reorganización del sistema para el 18 de abril. Sin embargo, se confirma el adiós a la antigua regulación de contratación (Decreto Presidencial 207/2010). La medida- monstruos por 359 artículos y varios anexos que serán reemplazados por lineamientos mucho más flexibles propuestos por la Anac de Raffaele Cantone y aprobados con un decreto del Ministerio de Infraestructura.
Otra corrección relevante se refiere al punto tan discutido de la obras gestionadas internamente por las concesionarias de autopistas. Una enmienda votada en la Cámara duplica de 12 a 24 meses el plazo en el que las concesionarias podrán adaptarse a la nueva obligación de licitar el 80% (en lugar del 60%) de las obras. Ampliación de plazos debería permitir a los concesionarios absorber la novedad sin repercusiones traumáticas en el trabajo en curso. Sin embargo, queda pendiente la verificación del cumplimiento de esta cuota por parte de la Anac.
Entre los cambios de última hora también elflexibilización de las limitaciones en el proyecto integrado y licitación de obras (saltar el polo que limitaba el uso de contratos con contenido tecnológico superior al 70% del importe del contrato) y nuevas medidas que prevén el pago directo de las pymes que participen en la subcontratación.