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Brasil-Bolsonaro, ¿ya se acabó la luna de miel?

Un poco como Salvini en Italia y Trump en Estados Unidos, el nuevo presidente brasileño gobierna con insultos en Twitter y fake news - El análisis de un periodista italiano residente en Brasil: "Hay una profunda crisis política y judicial, además de económica dada que los signos de recuperación tras la recesión de los últimos años son aún tímidos”.

Brasil-Bolsonaro, ¿ya se acabó la luna de miel?

En parte podemos consolarnos: mientras en Italia el clima político degenera y un viceprimer ministro da conferencias de prensa en la playa insultando a los periodistas presentes, Brasil no lo está haciendo mejor. Desde finales de 2018 gobierna en el país más poblado y económicamente importante de Sudamérica Jair Bolsonaro, un "amigo" de Matteo Salvini, o al menos exponente de la misma idea básica de la política: soberanía, nacional-populismo e incluso ultraderecha, dado el pasado militar del nuevo presidente brasileño y el perfil de algunos personajes que integran su gobierno (algunos de los cuales son revisionistas sobre la dictadura que terminó en los años 80). Trazando el momento institucional que atraviesa Brasil está Andrea Torrente, una periodista italiana que vive en el país verde-oro desde hace más de diez años (entre San Paolo y Curitiba), editora y colaboradora de varios diarios locales: “La fotografía actual, sin embargo, , muestra un país en una profunda crisis política y judicial, así como económica dado que los signos de recuperación tras la recesión de los últimos años aún son tímidos”, escribe Torrente en su blog Escape a Brasil, seguido por más de 8.000 personas en Facebook.

Según escribe el periodista italiano, "la luna de miel del nuevo gobierno, que asumió el XNUMX de enero, aún no ha terminado, pero algo empieza a crujir. Por otro lado, desde que asumió en el palacio del Planalto, residencia oficial del presidente, Jair Bolsonaro y su equipo de gobierno han seguido apuntando contra todos y contra todo, como si la dura campaña electoral del año pasado aún no hubiera concluido”. La estrategia, a pesar de sus diferencias, parece por tanto muy similar a la adoptada por Donald Trump en Estados Unidos y por Matteo Salvini en Italia: "No pasa un día sin que Bolsonaro y sus ministros disparar cero en Twitter no solo a opositores políticos, pero también a instituciones, desde congresos a organismos públicos, pasando por periodistas. Todo aderezado con fake news y teorías conspirativas.

En fin, palabras libres, y algo sabemos también en Italia, y sobre todo miembros de la mayoría que también ocupan -con insistencia y violencia verbal- los espacios "mediáticos" que serían de la oposición. Terminando, al menos esto estaría ocurriendo en Italia, de aumentar su consenso a pesar del innegable fracaso de su acción política. Ex Capitán del Ejército, Bolsonaro, como sabemos, tiene nostalgia de la dictadura militar, uno de los períodos más oscuros de la historia brasileña que duró del 64 al 85. “En los últimos días –escribe Torrente–, sin embargo, parece haber vuelto a traspasar la línea de la confrontación política, y de la decencia, cuando, durante un Facebook en vivo en la barbería, ha lanzado un duro ataque contra el presidente del Colegio de Abogados de Brasil, Felipe Santa Cruz. Mientras se cortaba el cabello, Bolsonaro dijo que tenía información sobre la muerte del padre de Felipe, Fernando, un desaparecido del régimen militar. Según Bolsonaro, Fernando fue asesinado por un grupo paramilitar de izquierda".

Y este no es el único ejemplo de revisionismo o fake news difundido por el propio aparato institucional: sobre la emergencia ambiental, por ejemplo, las declaraciones de los ministros van desde "El calentamiento global no existe" a los "datos sobre la deforestación de la Amazonía son falsos". Por no hablar de las cabezas cortadas y la parentópolis: el último headshot de Bolsonaro es la destitución rotunda del director del INPE (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales), institución que es buque insignia del Ministerio de Ciencia y Tecnología, solo porque el presidente no cree los datos muestran un fuerte aumento en la destrucción de la selva amazónica. Al mismo tiempo, Bolsonaro ya ha anunciado que nombrará a su hijo Eduardo, de 35 años, como embajador en Estados Unidos.

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