Ante la lluvia de controversias, muchas veces incomprensibles, engañosas y engañosas, que ha caído sobre la reforma del crédito cooperativo, es bueno ser claro.
Debo decir enseguida que comparto los objetivos de la reforma de las CCB, que tiene el loable propósito de favorecer su fortalecimiento, pero que no estoy de acuerdo con el esquema de concentración de las CCB en un solo holding que corre el riesgo de sofocar su carácter mutualista. y el vínculo con el ámbito local, y sin embargo, le reconozco dos méritos al gobierno de Renzi:
1) la primera es que tomó el toro por los cuernos y enfrentó una difícil reforma para completar la reorganización de todo el sistema bancario;
2) la segunda es la de haber dado libertad de salida de la estructura general de la reforma a las CCB que no comparten el plan original sugerido por Federcasse.
Sin embargo, como muchas veces el diablo se esconde en los detalles, sólo será posible un juicio más preciso después de haber analizado punto por punto el texto definitivo del decreto recién publicado en el Boletín Oficial tras la firma ayer por parte del Jefe de Estado.
Dado que el decreto saca de los laboratorios académicos la reforma de las CCB para convertirla en ley y por ende en materia política incandescente, es comprensible que cada partido político se posicione como le parezca, pero las polémicas de estos días, con trasfondos surrealistas por decir lo menos, parecen responder más a la necesidad táctica de apoyar u oponerse de forma perjudicial a la acción de Renzi y del Gobierno que a evaluar el texto de la reforma en cuanto al fondo.
Muchas posiciones -desde las de los grillini a las de Forza Italia y en cierto modo a las de Alfano- son tan hilarantes como para sugerir seriamente que sus autores tienen una idea aproximada del crédito cooperativo y no tienen ningún interés real en encontrar soluciones que fortalecer el sistema CCB respetando la variedad de movimientos y la libertad de cada uno de sus componentes.
De lo contrario, no se entendería el furor contra la "salida" creada por el decreto para las CCB que no se reconocen en el esquema general de la reforma y en la concentración en un solo holding como la sugerida por Federcasse, que - no lo olvidemos - es un lobby poderoso que reúne a la mayoría pero no a todas las CCB.
La razón de ser y el fondo de la libertad para salir del sistema centralizado de la empresa matriz única de las CCB que prevé la reforma quedaron bien ilustrados en el Corriere della Sera de ayer por su creador, el economista Nicola Rossi, que en los últimos meses ha estudiado un esquema de la reorganización de las CCB que luego presentó a las autoridades de control y al Gobierno y que fue implementada en gran parte por el decreto. Y son los ilustrados desde ayer por Daniele Corsini en FIRSTonline.
"La solución que tenía en mente y que puse por escrito -dijo Rossi- es muy simple y es permitir que los bancos cooperativos escindan la actividad bancaria creando una nueva sociedad anónima".
De esta forma, según el esquema de Rossi, “los bienes quedarían en manos de la matriz Bcc y por tanto no se violaría el constreñimiento constitucional que prevé su indivisibilidad en nombre de la continuidad intergeneracional, mientras que el nuevo banco, 100% controlada por la matriz Bcc, podría operar aguas abajo precisamente en virtud del patrimonio representado por los activos aguas arriba".
En cuanto al gravamen del 20% sobre las reservas de los BC que adoptarán el esquema de Rossi, no se trata -según el economista- de un impuesto real sino "de la devolución al Fisco de los recursos ahorrados en el tiempo en virtud de la legislación favorable en vigor para las cooperativas, restableciendo una condición de competencia leal en el sector”. Por eso, según Rossi, respecto a la "salida" es erróneo hablar de "transformación en sociedad anónima, cuando se trata de una mera escisión del negocio bancario".
Se puede estar o no de acuerdo con el esquema de Rossi adoptado por el Gobierno pero antes de juzgarlo es fundamental conocerlo y esperamos que la interpretación auténtica que brinda su autor ayude finalmente a disipar la niebla de una ola de controversias de la que No escuché y no sentí absolutamente ninguna necesidad.