Ser propietario de una casa te hace sentir más rico que alguien que gestiona una enorme cartera de acciones. Y también cuesta más. Al menos este es el caso de 16 economías emergentes analizadas en un estudio del Banco de Italia realizado por Alessio Ciarlone (descargable en inglés en pdf). La investigación muestra que tanto la riqueza real como la financiera tienen un impacto positivo en el consumo privado a largo plazo. Pero entre los dos prevalece el efecto directo de la riqueza real: un cambio en los precios de la vivienda tiene un mayor impacto en el cambio en el consumo de los hogares. El objetivo es, por tanto, subrayar la importancia de las políticas macro capaces de estimular el ciclo económico.
Para el cálculo de estos dos tipos de renta, real y financiera, se escogieron como proxys el precio de la vivienda y el valor de las bolsas de valores, respectivamente. A través de un modelo econométrico, basado en la hipótesis del ingreso permanente de Friedman y la hipótesis del ciclo de vida de Modigliani, se muestra no solo que las proxies son altamente significativas sino también que existe una correlación positiva entre estas dos cantidades y el consumo de los hogares.
en los países considerados (Bulgaria, República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Rusia, Eslovaquia y Eslovenia, en Europa Central y del Este, y China, Hong Kong, Corea, Malasia, Singapur y Tailandia, en Asia) la propiedad residencial es hoy el activo más importante para las familias. Mucho más que riquezas financieras. Así, a través del modelo se puede verificar que cambios en los precios de la vivienda tienen mayores efectos que cambios en el valor de las acciones sobre el comportamiento de consumo individual. Cuanto más suben los precios de la vivienda, más gastan los ciudadanos.
Por el contrario, en las economías avanzadas, los cambios en los mercados financieros tienen un impacto más significativo en las opciones de consumo de los hogares. Si dividimos los países por área geográfica, se puede ver que los países asiáticos se comportan más como economías avanzadas y están relativamente más sujetos a la volatilidad del mercado.
Dado que el precio de la vivienda influye de forma tan significativa en el consumo de los hogares, variable fundamental para el ciclo económico, no se deben seguir subestimando las políticas a adoptar para reducir la volatilidad del mercado inmobiliario.
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