Se recordarán las primeras reuniones de los grandes bancos cooperativos tras la reforma Renzi que les obliga a transformarse en sociedades anónimas y abandonar el antihistórico voto per cápita (una persona y un voto, independientemente del tamaño de las acciones) como los encuentros del punto de inflexión y de los sueños de boda que pronto podrían hacerse realidad.
Ayer se vivió un nuevo ambiente tanto en la junta de accionistas de Banca Popolare di Milano como de Banco Popolare, todos proyectados hacia el futuro, y se realizaron los primeros ensayos de boda.
"Regresamos a un banco normal", dijo con orgullo el presidente del consejo de supervisión de Bpm, Piero Giarda, frente a tres mil accionistas. No solo porque, tras las tribulaciones del pasado, Bpm vuelve al dividendo sino porque hoy “Bpm es más fuerte y está mejor equipada para afrontar las transformaciones inducidas por el clima competitivo”.
Y en Verona, el director general de Banco Popolare, Pierfrancesco Saviotti, reveló sorpresivamente, pero no tanto, que no habría mejor opción para su banco que casarse con Bpm: "La integración con Bpm es un sueño pero nunca se sabe: no pongas límites. No es imposible, pero no es fácil".
Se hizo eco del director gerente de Bpm, Giuseppe Castagna. “Después de la asamblea examinaremos varias oportunidades y miraremos al futuro con serenidad. Nos gustaría ser parte de un proyecto que cree un banco importante, con sede en Milán".
Es demasiado pronto para decir si Bpm y Banco Popolare se casarán pero una cosa es cierta: la reforma ya está dando sus frutos, la era de los bancos blindados ha terminado y la temporada de agregaciones y fusiones ya está comenzando.
