Las reacciones del mercado antes y después de la cumbre europea siguieron el típico patrón maníaco-depresivo que ha prevalecido durante algún tiempo, alternando entre la euforia y la decepción. Las ganancias de las acciones asiáticas en las últimas dos semanas ahora están siendo absorbidas (-1% hoy para el índice regional) y el único punto fuerte es la coyuntura económica estadounidense, donde las noticias son casi todas positivas (se esperan buenas ventas minoristas en un mes, como diciembre, fundamental para los beneficios del sector minorista para todo el año).
Los mercados hubieran querido iniciativas sensacionales y decisivas -compras masivas de valores por parte del BCE, emisión de eurobonos, licencia bancaria del EFSF- y se sintieron decepcionados. Pero el modus operandi de la Eurozona es uno de pequeños pero significativos pasos adelante. Los nudos gordianos no se cortan con la espada sino con paciente desenrollamiento. El acuerdo sobre la centralización de la toma de decisiones sobre finanzas públicas es significativo y los mercados algún día lo reconocerán. Por ahora continúan la guerra de desgaste, que empobrece a todos.
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