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Almodóvar, Madres Paralelas y la combinación fatal de sentimientos

Almodóvar regresa a los cines con una película que investiga las historias paralelas de dos madres y sus hijas. Penélope Cruz en estado de gracia. Pasiones, imprevistos y giros envuelven al espectador

Almodóvar, Madres Paralelas y la combinación fatal de sentimientos

Una y otra vez él: Pedro Almodóvar Caballero. Una marca registrada para un producto DOC de la cinematografía europea. Esta vez se involucra con todas las noticias sociales globales, con todos los principales problemas que afectan a nuestras sociedades occidentales. Madres paralelas cuenta la historia de dos mujeres, a las que define como "imperfectas y contemporáneas", de su difícil maternidad, de la historia de su país, España (que fue y es también la historia de Europa), de las enfermedades, del uso y la abuso de las redes sociales, la ciencia, las relaciones entre hombres y mujeres, los padres, los amigos, los sentimientos y las pasiones. El director propone un mosaico fluido y dinámico de situaciones y personajes, llenos de imprevistos y giros, tanto como pueden serlo los hechos que se suceden en la vida cotidiana de cada uno de nosotros con un trasfondo político de temas y problemáticas (aborto) hacia los que cuentas, no sólo en España, siempre parecen estar abiertos.

El tema central de la historia se refiere a la combinación fatal ocurrida en el momento del nacimiento de sus hijas, en el mismo lugar, el mismo día e hijas de padres inciertos. En esta confusión, el destino cruza sus historias paralelas que luego están destinadas a encontrarse. En su desarrollo se van desgranando los rasgos de una historia que envuelve al espectador a tal punto que tiene que esperar constantemente el momento siguiente. Quizá porque estamos acostumbrados y mimados a tantas series de televisión, todas digitales y no lineales, fragmentadas y dislocadas en lugares y espacios discontinuos, mientras transcurría la película, nos preguntábamos cuáles eran las diferencias con este tipo de secuencias puramente analógicas. narración. Las series de televisión imponen un ritmo propio y arbitrario: se puede interrumpir en cualquier momento y retomar a voluntad en otro espacio, con otro medio y en otro lugar. La historia de Almodóvar, esta historia, es en cambio cuerpo uno e indisoluble que sólo en su totalidad, en su continuidad y en su totalidad puede dar la imagen completa de lo que el director pretende proponer. Y es precisamente en la gran pantalla donde tal producto encuentra toda su belleza y riqueza. Inagotable vena productiva del director, su trayectoria cinematográfica nos ha llevado de paseo durante muchos años a lo largo y ancho de la lo más profundo de los sentimientos privado e íntimo. Esta vez, sin embargo, se abre y se enfoca más en temas externos a la familia, al pequeño círculo de personas que gravitan todas hacia un pequeño mundo que bordea lo autorreferencial. 

Como dicen: "el director con la cámara tiene mano educada" y pocas veces como en este caso se puede confirmar la afirmación. Sobre todo por cómo dirige toda la "máquina cinematográfica" empezando por las actrices (ya que se ven muy pocos hombres, salvo un discreto y desconocido protagonista Israel Elejalde) con Penélope Cruz en estado de gracia: más allá de la belleza es capaz de expresar una capacidad actoral desbordante, en buena compañía de Rossy de Palma, presente a menudo en las películas del director español desde su primer trabajo de proyección internacional Mujeres al borde de un ataque de nervios de 1988. Siguen luego los planos, las luces, los decorados, el vestuario y los colores, casi un rasgo distintivo de la "pintura" narrativa de Almodóvar. Cada imagen es un cuadro completo y evocador, donde las gradaciones cromáticas y los matices llenan a veces más la escena que los personajes que aparecen en ella.

madres paralelas, que ya se estrenó en los cines hace unos días, sigue teniendo un moderado éxito de taquilla: es una buena señal para el cine en su conjunto, significa que el público siempre agradece la calidad y el compromiso.

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