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Musk y Zuckerberg, por favor, no más payasadas, pero también basta de las payasadas de Sangiuliano y Sgarbi.

Ante las fanfarronadas de Musk y Zuckerberg sobre un épico choque de artes marciales en Italia, hubiera bastado que el ministro de Cultura, Sangiuliano, les hubiera preguntado: “Pero, en lugar de pensar en eventos goliárdicos, ¿por qué no pagar impuestos al recaudador de impuestos italiano?”. Pero no ha sucedido y no sucederá.

Musk y Zuckerberg, por favor, no más payasadas, pero también basta de las payasadas de Sangiuliano y Sgarbi.

Todo lo que necesitábamos era el desafío épico de artes marciales en Italia entre dos súper multimillonarios aburridos como Elon Musk, patrón de SpaceX y Tesla y desde hace unos meses también de Twitter (que sin embargo ahora se llama X) y Mark Zuckerberg, el capo del Meta que controla Facebook, Instagram y Whatsapp, para que nuestro país parezca una especie de parque de diversiones. Pero la culpa no es solo de ellos: también es del ondivago Ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano, que viajan entre Matteo Salvini e Giorgia Meloni y que sera recordado en TG2 por sus transmisiones pro-Putiny su subsecretario Vittorio Sgarbi, una inteligencia y una cultura de primer orden derrochadas innecesariamente en las payasadas habituales.

Ante la fanfarronada de Musk anunciando el choque de artes marciales en una locación italiana "épica", Sangiuliano inmediatamente echó los brazos para negar que el teatro del memorable desafío pudiera ser el Coliseo y abrir la patética feria de las vanidades entre Pompeya, Taormina, Ostia Antica y L 'Arena di Verona con la esperanza de embolsarse dinero que nunca llegará. En lugar de mimar a Musk, que ya se ha burlado de la primera ministra Meloni prometiéndole la apertura de una Gigafactory en Italia que luego decidió construir en la tierra alemana de Brandeburgo, y en lugar de ilusionarse con que "del evento saldrán muchos millones de euros que se donarán a la caridad de dos hospitales pediátricos italianos", el Ministro de Cultura debería haber limitado mismo para dirigir a los dos magnates estadounidenses una simple pregunta: "Queridos Musk y queridos Zuckerberg, en lugar de fantasear con desafíos de artes marciales para el uso y consumo de sus redes sociales, ¿cuándo se decidirán a pagar la enorme impuesto ¿Qué le debes al recaudador de impuestos italiano?”. Pero hacer tal pregunta requeriría un coraje y una dignidad nacional que evidentemente Sangiuliano no tiene y que tampoco Sgarbi, quien nunca perdió la oportunidad de decir muchas tonterías. Como éste: “Desde el Circus Maximus – son las palabras lunares de Sgarbi – se lo damos a los que lo arrasan, no veo por qué el Coliseo no debería darse a Musk y Zuckerberg, quizás por 150 millones". Su compañero de partido en Forza Italia, el senador, respondió Maurizio Gasparri: “Si a Sgarbi le gusta el evento, es que está mal”. matemático, ¿verdad? Inmediatamente abajo de la torre Musk y Zuckerberg, Sangiuliano y Sgarbi.

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