Alitalia se hace pequeña: mitad aviones y mitad personal para un despegue en abril que incluye navegación visual. Lo único que nunca cambia son los costes para los contribuyentes italianos: otros 3 millones para poner en marcha los motores, lo que eleva la carga total que Alitalia ha impuesto a los inocentes contribuyentes italianos a lo largo de los años a 13 millones de euros. Con ese dinero –como señaló ingeniosamente “la Repubblica”– el Estado podría haber comprado Air France, Iberia, British Airways y Lufthansa todas juntas en lugar de morir desangrado en un rescate de alto riesgo.
Pero lamentablemente Alitalia es la suma de las contradicciones políticas y sindicales del caso italiano y no deja de causar daños. El nuevo industrial, que se presentó el viernes y que aún no ha pasado el escrutinio de la Comisión Europea, es un intento más de relanzamiento y esperamos que esta vez vaya un poco mejor que en el pasado, aunque los costes se mantengan. impresionante para los contribuyentes, sin que ninguna fuerza política tenga el coraje de proponer cerrar un pozo sin fondo en cielos liberalizados hace tiempo.
Ahora la nueva Alitalia, 100% propiedad del Estado, empezará por reducir a la mitad los aviones, que serán 52, es decir, la mitad de la flota actual, y reducirá a la mitad la plantilla, que inicialmente ascenderá a 5.200-5.500 empleados y terminará la mitad hasta en la mala compañía en mano al comisionado especial. En los próximos años, si la situación mejora y crece el tráfico aéreo, aumentará la flota y aumentará la plantilla, pero las variables involucradas son tantas e impredecibles que decir que la apuesta es de alto riesgo es quedarse corto.
Para salir del túnel, la nueva Alitalia seguramente necesitará un nuevo socio, inicialmente comercial y luego también industrial, a elegir entre Delta, Air France-KLM y Lufthansa, pero antes de que la nueva empresa pueda redescubrir las ganancias, que solo vio en el comienzo del nuevo siglo bajo la dirección de Mengozzi, nunca lo suficientemente lamentado, llevará al menos tres años. Mientras tanto, le toca a Pantalone una vez más pagar la factura.