Ha llegado el día de las agencias europeas. Hoy se está decidiendo dónde establecer la nueva sede de la EMA, la Agencia Europea del Medicamento, y de la EBA, la Agencia Bancaria Europea. Para el primero, Milán y Bratislava están en la pole position.
Está en juego la llegada de 900 empleados de altos ingresos, así como eventos y manifestaciones en los que participan alrededor de 70 participantes al año, por una facturación de 1,7 millones de euros.
Si el juego se basara solo en la oferta, la ciudad italiana ya habría ganado. La capital lombarda tiene una oficina lista para atribuirse a la EMA (el rascacielos de Pirellone), está en una posición central en el continente, puede contar con los servicios de tres aeropuertos y tiene un sistema hotelero eficiente, ya probado con la experiencia de la Expo.
Bratislava, por el contrario, es una ciudad pequeña, con menos de medio millón de habitantes, y para soportar el tráfico de personal debe apoyarse en el aeropuerto de Viena. Además, parece que la mayoría de los empleados de la EMA preferirían dimitir antes que ir a trabajar a Eslovaquia.
No obstante, al final Bratislava pudo ganar gracias al apoyo de Alemania, proclive a satisfacer las peticiones del llamado grupo de Visegrad (Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría) y conseguir así su apoyo a la candidatura de Frankfurt a la EBA. Por no hablar de que, por el momento, ninguna agencia europea tiene su sede en un país de Europa del Este.
