“La administración Trump asesta otro golpe al legado de Barack Obama y lo desmantela neutralidad de la red”, este es un resumen de lo que se puede leer en los titulares de las primeras agencias difundidas tras la votación de anoche de la FCC (Comisión Federal de Comunicaciones) presidida por Ajit Pai. Una votación precedida de protestas online y manifestaciones callejeras, cuyo resultado, muy político, era bastante seguro: tres votos a favor (de los comisarios republicanos) y dos en contra (de los demócratas).
“La administración Trump apoya la decisión de la Comisión Federal de Comunicaciones, pero como siempre lo ha hecho, apoya y siempre apoyará una Internet libre y justa”, dijo de inmediato la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, pero poco después se hicieron declaraciones contrarias.
El fiscal general del estado de Nueva York, Eric Schneiderman, ha anunciado una demanda contra la Comisión Federal de Comunicaciones, calificando de "ilegal la abolición de las normas queridas por Barack Obama en 2015 sobre la neutralidad de la red". Netflix, en cambio, anuncia el comienzo de una larga batalla legal. Y luego Amazon, Facebook y Google, que confirma su compromiso "en políticas de neutralidad de la red, que gozan de apoyo público, han sido aprobadas por los tribunales y funcionan bien para la economía de internet".
Todo esto no es una sorpresa, Silicon Valley y los gigantes de la web habían anunciado batalla, y lo será. Y los tribunales evaluarán qué serán llamados a juzgar, pero de hecho hoy comienza un nuevo rumbo, el de la web de dos velocidades, que vuelve a tomar protagonismo a las grandes compañías de telecomunicaciones, como At&t, Comcast y Verizon. , que en cambio siempre se han opuesto a la Neutralidad de la Red de Obama y la "mano dura" del gobierno federal que, de hecho, ya no se involucrará en la regulación de los servicios de Internet de alta velocidad.
Los proveedores deberán ser transparentes en la presentación de ofertas y la calidad variará dependiendo de cuánto pagará el cliente. Obviamente, no podemos saber los resultados de esta nueva regulación ahora mismo, pero lo que creo que es importante es que no se trata de la muerte de la libertad web, como muchos comentan.
Lo que he estado diciendo durante años es que la red, para ser verdaderamente neutral, debe garantizar a toda la población mundial la posibilidad de acceder a todos los contenidos de libre distribución. Pero, al mismo tiempo, no creo en absoluto que todos los contenidos deban recibir el mismo tratamiento tecnológico. Esto es por razones obvias relacionadas con la calidad y urgencia de la información, muchas de las cuales son falsas y no verificadas (basta pensar en noticias falsas) que corren el riesgo de circular de forma indiscriminada y, en muchos casos, extremadamente dañina. No todos los contenidos que se colocan en la red tienen el mismo valor ni la misma urgencia.
El problema innegablemente existe. Ahora que la FCC ha cambiado de dirección, lo que podemos esperar es que los operadores de telecomunicaciones hagan su parte al aumentar sus inversiones en una red más capaz y segura, por un lado, y que Pai y la Comisión que preside aborden correctamente el enfoque tecnológico para el red.
Las nuevas normas traen consigo necesidades nuevas y fundamentales que las Autoridades Reguladoras tendrán que atender con urgencia. En primer lugar, la discriminación por parte de los operadores de red debe evitarse en todos los sentidos a partir de ahora: el acceso y el transporte del contenido se ofrecerán a todos los proveedores de contenido por igual evitando que uno o más operadores puedan privilegiar sus propios contenidos.
Otro elemento a tener en cuenta es el de mejora del contenido. un punto clave, sobre las que tendremos que trabajar mucho en los próximos años para intentar garantizar una correcta visión del presente, pero también del pasado. Por qué es impensable que se priorice la información exclusivamente en base a reglas destinadas a generar lucro o publicidad.
Y finalmente el control de las “noticias falsas”, que proliferan en Internet también, lamentablemente, en virtud de la libre circulación y amplificación con que pueden contar.
No son retos imposibles, por ejemplo en Alemania existe una empresa externa independiente, llamada Correctiv, que se especializa en comprobar la veracidad de la información que circula por la red y que, en caso de información falsa, pide al proveedor de contenidos que cancele la noticia. Es un enfoque que se puede aplicar no sólo a la información falso, sino también a contenidos sensibles, pornográficos o especialmente violentos.
En conclusión una solución regulatoria que permita priorizar el transporte de determinados contenidos es una oportunidad para gestionar mejor la gran red. De haber un uso más efectivo y eficiente de la red, será posible incentivar las inversiones en esas redes de nueva generación en beneficio de toda la población. El problema es cómo garantizar que la proliferación de contenidos en la red no se produzca a expensas de la veracidad y calidad de la información, elementos esenciales para cualquier sistema democrático.
Diferenciar la calidad del servicio con base en lo que cada usuario individual está dispuesto a pagar es un principio aceptado en cualquier industria.
No veo por qué no debería funcionar también para la red.
El verdadero riesgo, sin embargo, es precisamente que haya alguien que pueda permitirse el lujo de ir a revisar los contenidos más o menos lícitos según algún criterio propio.
Este es el verdadero riesgo.