Emanuel Ungaro, el último de los modistos, murió en París el 22 de diciembre a la edad de 86 años. Enfermo desde hace un tiempo, Ungaro partió rodeado de sus seres más queridos: su hija Cosima y su esposa Laura Bernabei.
El diseñador, originario de Francavilla Fontana (Puglia), nació en 1933 en Francia, donde su padre había huido para escapar de las atrocidades del fascismo. Fue su padre quien le enseñó el oficio de sastrería. Discípulo de Cristóbal Balenciaga, Ungaro creó su propia maneja en 1965 y tres años después se realizó su primer desfile de moda.
En los años ochenta se convirtió en uno de los cinco grandes nombres de la alta costura parisina, vistiendo a algunos de los iconos femeninos más importantes de todos los tiempos, desde Anouk Aimèe hasta Catherine Deneuve, pasando por Lauren Bacall y Caroline of Monaco.
En 1996 su empresa fue comprada por el grupo italiano Ferragamo y Ungaro se retiró de la dirección de la empresa.
Abandonó definitivamente el mundo de la moda en 2004, tras más de 35 años de colecciones. En una entrevista con el semanario Paris Match donde reveló su deseo de dejar la alta costura, el diseñador Ungaro se burló diciendo que no quería que le dedicaran "estatuas y museos".
”He dedicado más de 35 años de mi vida a la Alta Costura. La amaba con una pasión devoradora. - dijo - Junto con el universo que representa: talleres, artesanos, bordadores, todos poseedores de un saber hacer que corre peligro de morir. Si hay un drama es el de esta gente que pierde su arte y su trabajo. Unas costureras estuvieron conmigo desde el principio. Pero necesitamos cortar los hilos, deshacer esta familia que se formó en armonía”.
