Recientemente los diarios económicos se han ocupado de importantes fusiones y adquisiciones (en la jerga financiera: M&A, siglas de Mergers & Acquisitions) entre grandes grupos industriales: desde el intercambio de activos entre Novartis-GlaxoSmithKline hasta las ofertas de Pfizer por AstraZeneca y General Electric por Alstom (esta última propuesta rechazada el 5 de mayo por el ministro de Hacienda francés Montebourg).
Pero, ¿cuáles son estas operaciones? ¿Son buenas noticias para los mercados financieros? ¿Y para los ahorradores? Empecemos con lo básico.
¿Qué son las operaciones de M&A?
Las operaciones de M&A son operaciones de financiación extraordinarias que permiten a la empresa A (también llamada adquirente) fusionarse con la empresa B (llamada target) dando vida a una nueva entidad (en caso de fusión); oa la empresa A para comprar una empresa entera o "partes" de los activos de la empresa objetivo (este es el caso de una adquisición).
No hay nada extraño en nada de esto. De hecho, se trata de operaciones realizadas con cierta regularidad y forman parte de una estrategia normal de crecimiento, ya que permiten, por ejemplo:
1 expandirse a otros mercados;
2 adquirir una tecnología o un producto;
3 aumentar la masa crítica (facturación, márgenes, beneficios);
4 eliminar a un posible competidor (incorporándolo);
5 obtener altos beneficios económicos.
El impacto en los ahorradores
Pero, ¿qué ganan los inversores con estas operaciones? No hablamos solo de grandes inversores, sino también de pequeños ahorradores.
Aparentemente, gana poco o nada si invierte en el adquirente. Los resultados de la investigación académica difieren según el período histórico analizado y la definición de valor, pero la mayoría de los estudios que analizan el fenómeno a lo largo de largas series históricas (generalmente desde 1985) parecen converger en una conclusión: en promedio, las operaciones de M&A no crear valor (de hecho, a menudo lo reducen) para los accionistas del comprador (adquirente); por el contrario, aumentan el valor de las acciones de la empresa adquirida (objetivo).
Esto no quiere decir que no haya empresas que hayan creado valor para sus accionistas cuando decidieron embarcarse en este tipo de operaciones. Solo que no todas las empresas pueden manejar bien este proceso. De hecho, los errores más comunes son esencialmente dos:
1 sobreestimar las sinergias futuras;
2 pagar un precio de compra/fusión demasiado alto.
Si lo piensas bien, no hay nada nuevo en todo esto, también pasa cuando evalúas acciones y sectores. Nuevamente, pagar el precio justo por el valor parece desempeñar un papel clave.
¿Qué está pasando en los mercados financieros?
Desde principios de año se han cerrado acuerdos globales por un monto total de 200 millones de dólares y se están discutiendo otros por otros 780 millones de dólares. La experiencia nos enseña que el exceso de confianza puede llevar a inversores y empresas a sobrestimar el rendimiento esperado de una inversión.
Dado que las transacciones de fusiones y adquisiciones son típicas de un mercado de valores alcista y en crecimiento, algunos se preguntan si esta ola de acuerdos no es excesiva. No encuentro nada extraño: la financiación es barata (los tipos de interés y la rentabilidad de los bonos son bajos), las valoraciones bursátiles no son excesivas, los resultados trimestrales en general van en la dirección correcta, las empresas están llenas de liquidez y hay mucha deseo de crecer.
Además, solo estamos al comienzo de una fase de fusiones y adquisiciones que dista mucho de la de 2005-2007: solo mire el volumen de negocios en el gráfico.
Además, según Bloomberg, el precio medio pagado por las sociedades adquirentes es un 17% inferior a la valoración de mercado del target.
En resumen, por el momento los precios de compra parecen razonables, lo que podría ser un buen augurio para los inversores.
¿Cómo invertir?
Como hemos escrito aquí y aquí, para nosotros en Advise Only no existe una burbuja especulativa en el mercado bursátil: los P/U están lejos de niveles realmente preocupantes. Por el contrario, seguimos privilegiando la renta variable como clase de activo. Sin embargo, somos conscientes de los riesgos que presenta el escenario global y, por ello, favorecemos una actitud prudente y bien diversificada.