comparte

Primero de Mayo, hagamos de la crisis una oportunidad de cambio

El 2020 de mayo de XNUMX transcurre sin manifestaciones en las plazas porque aún estamos en la emergencia del Coronavirus pero, en lugar de bajar la guardia, debemos aprovechar para construir una nueva normalidad basada en el cambio de un sistema económico ya incapaz de hacer frente a las expectativas de los trabajadores

Este 1 será un 2020° de mayo aún más preocupante que el XNUMX. En años pasados ​​muchas veces nos hemos preguntado sobre el significado de este día que ha adquirido distintas connotaciones a lo largo de la historia de la República. De verdadera celebración por los logros alcanzados, cuando miramos los primeros pasos importantes hacia adelante en los derechos de los trabajadores - el próximo 20 de mayo celebraremos los 50 años del estatuto de los trabajadores – pero también Mayo Días de batalla, de cólera o en defensa de la democracia.  

Hoy en cambio el vacío de las plazas y la ansiedad por el futuro, que la crisis sanitaria ha acelerado, nos invita a una reflexión más íntima y profunda sobre el sentido del trabajo, lo que falta y lo que será. Las fábricas ya han reabierto casi todas. El lunes 4 será el turno de los últimos. Habrá que ver el estado de salud de la economía real a medias. Cada empresa tendrá una nueva imagen del mercado que le queda y del que debe reconquistar, y tal vez del perdido para siempre. No debemos utilizar términos de guerra, pero los datos económicos corren el riesgo de ser similares a los de una economía de guerra. Drama que necesita una nueva normalidad, porque es la vieja la que provocó este desastre. 

La La crisis sanitaria ha causado miles de muertos. Los cálculos oficiales, que inevitablemente tenderán a crecer, hablan hoy de más de 27.000 muertos oficiales en nuestro país. Un costo aterrador en términos de vidas humanas. En este día es justo recordar a todos estos muertos, junto a los muchos que han seguido trabajando estos días y han perdido la vida en el cumplimiento de su deber. En este día es justo recordarlos, porque el riesgo es que nos acostumbremos al boletín de la muerte y a la frialdad de los números, como los continuos muchos muertos en el trabajo o el macabro recuento de los que acabaron en el fondo de el mar junto a su legítima esperanza de una vida mejor y más digna.

Detrás de estos números hay personas, vidas, familias e historias dramáticamente marcadas para siempre. Pero el virus nos ha pegado, y nos está pegando fuerte también en el aspecto económico y laboral, los datos económicos y de empleo son dramáticos. 2020 cerrará con -9% del PIB, en el mejor de los casos, en -12% en el peor. Hay una caída de horas trabajadas, con más de 7.3 millones de empleados despedidos, a los que se suman otros 4.3 millones de autónomos y las estimaciones de empleo para el próximo año solo en Italia nos dicen que tendremos al menos medio millón de puestos de trabajo menos. Solo el mercado de la automoción, que supone más del 10% del PIB nacional, registró una caída de matriculaciones del -85% en marzo.  

Mirando estos números hay poco que celebrar entonces. La crisis desencadenada por el coronavirus ha desencadenado un shock global que tendrá repercusiones muy graves en los próximos meses. Mitigar sus efectos no será fácil sobre todo porque la emergencia ha recaído sobre un sistema productivo como el italiano débil y con niveles de productividad entre los más bajos de Europa. Pero debemos mirar al futuro con esperanza, esta crisis debe hacernos reflexionar sobre lo que estamos viviendo en estos días extraños y hacernos mirar hacia arriba para volver a ver las estrellas. 

De hecho, el Covid-19 en su drama puede representar una gran oportunidad, un poderoso acelerador de cambios positivos en esta delicada etapa histórica que atravesamos y que nos ve frente a tres transformaciones de época: tecnológica, ambiental y demográfica. El trabajo es el epicentro de estas grandes revoluciones, el eje por su dimensión espiritual, ética y social, más que económica o tecnológica. Un bien capital, el trabajo, que además de formar parte de nuestra identidad, tiene también una ineludible dimensión comunitaria. 

Pues bien, el Covid-19 está acelerando cambios que hasta hace unos meses se consideraban necesarios solo en congresos, como el Trabajo en un trabajo inteligente que obviamente encontró a muchas empresas desprevenidas que hoy se mueven por necesidad en esa dirección. Pero también esa idea que traducimos en el contrato metalúrgico de 2016 del derecho subjetivo a la formación, que representa el verdadero derecho al futuro, junto a la seguridad. Esa seguridad que hoy se está traduciendo en nuevos procedimientos, nuevos espacios y entornos de trabajo, donde el diseño y la distribución contribuyen a hacer más seguro y sostenible el lugar de trabajo. 

Una nueva dimensión de la relación espacio-tiempo de la obra que abre oportunidades sin precedentes, también en imaginar una revitalización del habitar en nuestra península en la que muchos pueblos semiabandonados, pero ricos en historia y donde la calidad de vida es ciertamente mejor, puedan volver a ser lugares para vivir gracias a la red y las infraestructuras digitales que brindan. nosotros la oportunidad de no ir físicamente a la oficina o fábrica todos los días.  

Ahora sin embargo, lo fundamental será volver a empezar, con calma, bien y con seguridad. Ya el 27 de abril muchas empresas reiniciaron, también gracias a los protocolos de seguridad que hemos elaborado junto con las empresas siguiendo las indicaciones del protocolo del 14 de marzo, luego renovado el 24 de abril, firmado por CGIL, CISL, UIL, el gobierno y las asociaciones de empleadores.  

Será fundamental no dejar a nadie atrás y una fuerte contribución de Europa, para las familias y las empresas, será entonces decisiva para simplificar la burocracia de nuestro país también a través de la tecnología digital. Una burocracia del siglo XX, que, como estamos presenciando en las últimas semanas, suele ser un elemento de freno y punto muerto en las decisiones y en la capacidad de respuesta a los rápidos cambios que se están produciendo. Cambios que requieren rapidez, ligereza, coherencia, sencillez, multiplicidad, como esperaba Calvino en Lecciones americanas.

Por eso es cada vez más urgente y necesario repensar una nueva relación entre lo público y lo privado que pone la participación y la sostenibilidad en el centro. El país saldrá bien y cambiado para mejor si tomamos el camino del futuro con reformas estructurales que modernicen el Estado, enfrentando con determinación los grandes déficits de nuestro país: infraestructura, ultra banda ancha y 5G, escasa innovación, acceso al crédito (y en este momento líneas de crédito garantizadas por el estado), capacitación, certeza de derecho y no de litigio. Requerirá un esfuerzo colectivo de creatividad para escribir en una hoja en blanco cuál será el trabajo del futuro, tomando las señales de esta crisis para salir fortalecidos, todos juntos.  

esta pandemia, puede representar un gran acelerador de la innovación, una oportunidad para repensar nuestras formas de trabajar y vivir más atentas y equilibradas con las personas y el planeta. Un trabajo social y ambientalmente sostenible como el que desde hace 5 años junto a NexT, la asociación del economista Leonardo Becchetti, venimos premiando en el prólogo del Día del Trabajo, a través de la herramienta del cashmob ético y el voto con la billetera, que también este año, de una manera diferente, a través del uso de la web hemos querido premiar y celebrar el 29 de abril.   

El momento que estamos viviendo es oscuro y duro, la corona del virus es el "cisne negro" el evento impredecible que cambia las reglas del juego, y como toda crisis también esta pandemia maldita está sacando a la luz contradicciones y retrasos que tendremos que transformar en grandes oportunidades para salir finalmente del 900 y emprender el camino hacia una nueva era que tenga una nueva conciencia de la fragilidad del planeta y que logre sanar las muchas distorsiones y desigualdades entre el Norte y el Sur del planeta, porque si uno lo que nos está enseñando este virus es que todos somos una gran familia.   

* Mientras tanto nace Pensamiento de riesgo, el primer acelerador de ecosistemas que combina diferentes experiencias y habilidades con el objetivo de superar la crisis económica a través de la colaboración, la solidaridad y el compartir. Un proyecto innovador que reúne a filósofos y empresas y que se presenta Sábado 2 de mayo, con un gran evento de streaming de hora en hora 15 20 en el sitio

Revisión