El emblema de los días devastadores que azotaron las regiones de Valencia de la Castilla-La Mancha es tal vez lo que pasó en aparcamiento en un centro commerciale Bonaire, cerca de la ciudad de Aldaya, cerca de Valencia: el nivel del agua subió hasta los tres metros y el aparcamiento, con 5.700 plazas disponibles, se convirtió en un auténtico trampa de muerte. Los periódicos locales hablan de cientos de muertos en la zona, mientras todavía luchamos por llegar a ese aparcamiento, cuyas vías de entrada y salida están bloqueadas por los escombros traídos por la violencia de la inundación.
Mientras tanto se buscan responsabilidad y se reportan ineficiencias. Una catástrofe sin precedentes y una gestión política controvertida: los días de barro y muerte que Valencia nunca olvidará, dice diario eldiario.es lo que también habla de la falta de coordinación y trabajo en equipo que influyó en el manejo de la crisis. “Ese estacionamiento es un cementerio”, dijeron los buzos militares de la Ume que lograron ingresar al estacionamiento subterraneo. en el momento de la inundación tiendas de ropa, restaurantes y cines estaban abiertos y había cientos de personas en la zona.
Según la prensa local, este aparcamiento es uno de los puntos de mayor preocupación de los equipos de rescate. Aún no hay noticias oficiales, pero se ha trascendido que en su interior hay muchos cadáveres. Junto con por debajo que trabajan en condiciones muy difíciles, incluso en la obra fuego que trabajan incansablemente con sus bombas para vaciar el agua del aparcamiento. Vecinos y comerciantes de la localidad de Paiporta -en las afueras de Valencia- trabajan incansablemente para limpiar de barro y agua calles y edificios
La noticia de un desastre que afectó a toda la región
A las 17.30 horas del martes 29 de octubre de 2024, en el conocido desfiladero de Poyo corrían 1.000 litros de agua por segundo. Esta cantidad duplica el caudal habitual del río Ebro, el mayor de España. En ese momento, la corriente de barro, piedras, juncos y todo lo que encontraba a su paso ya había arrasado Chiva, a 30 kilómetros de los municipios de Paiporta, Torrent, Alfafar, Sedaví, Alaquàs, Picanya y Sedaví. La noche anterior, la Dana había inundado Utiel y Requena y, durante la mañana, las impresionantes precipitaciones, hasta 500 litros por metro cuadrado en pocas horas, habían inundado los municipios ribereños de los ríos Júcar y Túria. Al mediodía de aquel fatídico martes empezaban a llegar las primeras noticias de personas desaparecidas e incluso un tornado había atravesado Carlet y la autovía A-7, el corredor mediterráneo por el que circula el 40% de las mercancías españolas.
La AEMET (agencia meteorológica del gobierno español) declaró alerta roja a las 7 de la mañana y medios y redes alertaron de la gravedad de la situación con fotografías y vídeos que quedarán en la lúgubre memoria de los valencianos. Mientras todo esto sucedía, el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, seguía con su agenda política y participaba en tres actos oficiales durante la mañana, señala el diario local. A las 18 horas, 2.000 litros de agua por segundo ya estaban vertiendo el barranco de Poyo y puentes y carreteras comenzaban a colapsar, arrastrado por el barro y las rocas. Sólo a las 20.12 horas todos los valencianos, la mayoría con el agua hasta el cuello o con sus pueblos ya destruidos, recibieron el SMS personalizado avisando de que cualquier tipo de movilidad podía ser letal, informa el diario local. Aún se desconoce el número final de muertos, pero también lo son los daños económicos.
Il el conteo acaba de comenzar. El corredor mediterráneo está perturbado, la A3 que une Madrid y Valencia también está perturbada, el tren de alta velocidad y los trenes de cercanías de la provincia de Valencia no podrán circular en muchos lugares y habrá que derribar y destruir decenas de tramos de carreteras y puentes. reconstruido.